El diablo no viste roles de género
Las palabras de Maite quedaron resonando en mi mente por varios días después de la entrevista, la fragilidad de la vida es una circunstancia que asusta si la sobre piensas, creemos con seguridad que tenemos muchos días, meses y años esperando en las agendas de nuestras mentes, pero no es así.
Unos días antes de que se diera por inaugurada la pandemia del COVID-19 y todo colapsara al instante, vi la muerte muy de cerca tras bajar del bus en camino a casa desde la escuela, una camioneta estuvo a punto de atropellarme por cuestión de segundos, mi pie izquierdo quedó lesionado y la situación me mantuvo pensando que me podría haber convertido en el próximo titular de muchos medios de comunicación.
“estudiante de 17 años muere…”.
Tras haber experimentado un suceso de esa magnitud, comprendí que la vida se te puede ir en cualquier momento y que por lo mismo no vale la pena desperdiciarla sacrificando elementos de tu gusto personal, incluyendo tu vestimenta. ¿Por qué tendría que limitarme a no ponerle brillo a los lagrimales de mis ojos si no sé qué va a ocurrir en el futuro? ¿Por qué tengo que hacer cosas que no me gustan solo por ser un “hombre”? ¿Por qué estoy privando a mi propia libertad?
Me gustaría suponer que si fuera un canadiense o un español no tendría que pasar por esas situaciones porque caminaría tranquilo por la calle, pero no. Esto no se trata de buscar y pensar que fuera de Latinoamérica las cosas van a ser mejor porque todos los lugares tienen su lado bueno y su lado malo, se trata de desafiar y defender tus ideales con puño y razón, salir de México e irme al primer mundo no es una solución instantánea para lograr expresar lo que yo soy, y son muchas personas.
Es gracioso que cada que leo alguna nota sobre este tipo de temas en alguna red social, la heteronormatividad se hace presente con las clásicas frases contemporáneas.
“Pero antes cazábamos mamuts”, “eso es solo para putos” y un fatality disfrazado de un dulce conocimiento, pero amarga ignorancia “¡Dios! Tenemos que volver a vestirnos como en los años veinte, esos SÍ eran hombres”. ¡Por supuesto José! Todos amaríamos volver a vestirnos como en un periodo de tiempo donde las mujeres solo tenían la opción de verse como un trofeo, femeninas, adorables y aspirar a que su única fuente de éxito en su vida sería el matrimonio, ¿adivinen qué? Los tiempos cambian y la moda se adapta, reconstruye y adquiere un nuevo significado social.
Tampoco se trata de imponer y obligar a que todos los seres humanos del planeta adopten una visión más Queer en su vestimenta, solamente se está buscando que las reglas que habían sido planteadas con el tiempo referentes a los roles de género finalmente puedan ser reescritas o quemadas para que cada mujer y hombre de las futuras generaciones, ni siquiera tengan porque pensar si la manera en que se visten es la correcta o no. Nadie tendría nunca ni porque cuestionar lo que se refiera a su propia expresión personal, ni su misma familia.
En todas las generaciones hay excepciones: habrá personas adultas que aprueban y apoyan este tipo de ideas, pero habrá jóvenes de mi propia edad que desean que las cosas se mantengan igual, yo diría que ambas opiniones deben de ser correctas y respetadas, pero cuando una de ellas ya atenta contra la libertad de expresión, de género y de la individualidad de una persona, esto ya no podría ser posible.
La moda es un fenómeno que no es para todo el mundo, pero sigue estando presente y haciendo ruido, es decir, puede que pienses que a un nivel individual no te importa mucho lo que acontece en esta industria, pero basta con preguntarte ¿por qué has decidido vestirte de esta manera para esa ocasión? ¿por qué decidiste vestirte así hoy?
Lo que portamos en nuestro cuerpo de pies a cabeza es una selección en la que nuestra personalidad toma prestada prendas que se convierten en nuestra carta de presentación para el mundo, y es por eso que hoy se defiende con espada el valor que se le da a la posibilidad de elegir sin ninguna restricción, como te das a conocer en tu entorno sin la necesidad de solamente tener dos opciones binarias segmentadas a las que debes de seguir porque esa es la ley.
Lo dijo Guillermo y lo repito, debemos de estar agradecidos por vivir en un periodo de tiempo donde estamos en una revolución social y cultural enorme, y pertenecer a una de las generaciones del cambio en materia de género y libertad de expresión es muy grato, porque es entender que aún con nuestros elementos fragmentados estamos unidos al querer buscar y tener esa emancipación en la que hombres y mujeres puedan cerrar aquellas ideas, estereotipos y roles de género que hoy en día, ya son conceptos arcaicos. Desconozco como voy a vestir en cinco, diez o quince años, pero sé que no voy a ser la misma persona que soy y que fui, porque todos cambiamos y nos deconstruimos constantemente.
Estoy seguro que mi yo de hace cinco años que cursaba la secundaria estaría orgulloso de ver que me he atrevido, y que por fin me he permitido dejarlo salir e incluso ahora abogar por los demás; observo mi closet y ahora reconozco que nunca más sufrirá la censura ni será agredido, hoy las reglas se rompen.
Quizás sea el momento de revivir lo que algún día en la historia dijo Salvador Allende, “ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica”, y ahora nuestras prendas son un resplandeciente dedo del medio hacia el mundo y las expectativas que tienen de la generación más exquisitamente disociada pero temperamentalmente ligada como si todos compartiéramos la misma línea sanguínea.