La minifalda, creada por la recientemente fallecida diseñadora británica Mary Quant en los años 60, ha cumplido 60 años, manteniendo su frescura y actualidad.
Esta pieza de vestir no solo simboliza la emancipación de la mujer, sino que también representa cómo los valores sociales y el gusto estético han evolucionado a lo largo del tiempo. La minifalda emergió como respuesta al fuerte deseo de cambio, la reivindicación de derechos y la necesidad de ropa práctica y económica, convirtiéndose en una de las prendas más discutidas y representativas del siglo XX.
Mary Quant, nacida en Blackheath en 1930, se enamoró de la moda desde joven y, tras estudiar ilustración en Goldsmiths College, perfeccionó sus habilidades en una sombrerería de lujo en Mayfair. Con la ayuda de Alexander Plunket Greene, un aristócrata británico, abrió su propia boutique, Bazaar, en Kings Road, Londres. En 1963, Quant creó la minifalda, inspirada en el automóvil Mini, y de esta manera, diseñó una prenda mínima y revolucionaria que se convirtió en el símbolo de la era feminista.
A pesar de la disputa entre Mary Quant y el sastre francés André Courrèges sobre la paternidad de la minifalda, ambos diseñadores tuvieron un impacto significativo en el mundo de la moda con sus innovaciones. Courrèges también revolucionó la moda con sus minifaldas, líneas trapezoidales, leotardos, arte pop, total white, vinilo y tejidos plásticos. El “efecto Courrèges” influyó en diseñadores como Yves Saint Laurent y Balenciaga, quienes comenzaron a crear prendas menos convencionales y acortaron las faldas en respuesta al estilo innovador de Courrèges.
La minifalda, que inicialmente era colorida y de diseño geométrico, evolucionó para volverse más transgresora y corta con el tiempo. Las primeras adoptantes de esta tendencia incluyeron a figuras icónicas como Twiggy, Jackie Kennedy y Brigitte Bardot, quienes llevaron la prenda como un uniforme y se convirtieron en el rostro de esta creación, marcando el fin de una época conservadora y modesta. A lo largo de los años, diseñadores como Dolce & Gabbana y Prada construyeron colecciones en torno a esta prenda, reivindicando su importancia e iconicidad. Sin embargo, también hubo críticas, como la de Coco Chanel, quien calificó la minifalda de “simplemente horrible”.
En la actualidad, la minifalda tiene un valor diferente al de sus orígenes, cuando simbolizaba una mezcla desenfadada de consumismo, lucha generacional y rebelión contra los tabúes.
Confeccionada en diversos materiales como tela vaquera, cuero, ante, satén o encaje, la minifalda representa una tendencia de moda y un símbolo de estatus que se busca más allá de cualquier crítica.
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