La industria de la música ha sido, durante años, un espacio donde la imagen del hombre fuerte, imperturbable y emocionalmente inaccesible dominaba la narrativa.
En medio del ruido de la comercialidad vacía y los ritmos fáciles de digerir, hay artistas que han decidido jugar en otra línea: la de la autenticidad, la introspección y la sensibilidad masculina. Tony Mils, con el inminente lanzamiento de su primer álbum, se posiciona como uno de los nombres que podría cambiar el rumbo del pop contemporáneo desde México y para el mundo.
En una conversación profunda con NEOMEN, Tony no habla desde el ego, sino desde la honestidad. “Este disco es una guía del amor”, nos dice. Y no se refiere solo al amor romántico: habla del amor propio, de la caída, la reconexión, la sanación. A lo largo del álbum, el artista construye un recorrido emocional que va desde los primeros destellos del autoconocimiento hasta la devastación de una ruptura. “Si no te amas a ti mismo, es muy difícil que alguien más lo haga”, afirma con una certeza que delata el trabajo interior detras de cada verso que canta.
Tony Mils no se ha limitado a seguir las fórmulas de la industria. En lugar de buscar validación externa, ha construido un universo sonoro a partir de referencias personales: el country que escuchaba de niño, las baladas que lo hacían llorar en silencio, los beats pop que lo hicieron bailar en su habitación sin que nadie lo viera. El resultado: un disco genuino, sin colaboraciones, porque “este álbum necesitaba ser solo mío”. Esa decisión, lejos de sonar pretenciosa, refuerza el carácter íntimo y visceral del proyecto.
El artista no se define solo por su talento musical. Su formación académica en estrategia y transformación de negocios no es una mera línea en su currículum: es una herramienta que le ha permitido entender su carrera como una empresa creativa que debe ser gestionada con visión, estructura y sensibilidad. “Ha sido un reto gestionar estos dos mundos, pero también se complementan. Cada uno me ha ayudado a ser mejor en el otro”, confiesa. En tiempos donde muchos artistas se enfrentan al dilema entre arte y negocio, Tony demuestra que ambas dimensiones pueden coexistir.
El hombre detrás del micrófono es, según sus propias palabras, perseverante y con un corazón grande. En un contexto cultural donde la vulnerabilidad masculina aún se ve con recelo, Mils apuesta por mostrar todo lo que siente, sin filtros. “La música mueve muchos sentimientos. Tenemos la responsabilidad de transmitir mensajes que impacten de forma positiva”, declara. Su discurso no es una pose; es una forma de vida. Y eso se refleja tanto en el escenario como en las decisiones que toma fuera de él.
Mientras Tony se prepara para el lanzamiento oficial de su disco este 22 de mayo, también celebra su participación en festivales como Tecate Emblema y su recién graduación. A pesar del frenesí de estos logros, no pierde de vista su esencia. “Siempre hay que recordar al niño que empezó esta carrera con sueños enormes y pies firmes en la tierra”, dice. Una frase que podría parecer lugar común en otras voces, pero que en él suena a manifiesto personal.
La marca Coach, conocida por su enfoque en la individualidad y la expresión personal, ha encontrado en Tony Mils un aliado natural. No solo por su estética contemporánea y pulida, sino por el mensaje que representa: un hombre joven que no teme abrazar su complejidad emocional ni desafiar los estándares tradicionales de lo masculino. La colaboración entre ambos no resulta forzada; es una convergencia orgánica entre dos visiones que apuestan por la autenticidad.
