En una era definida por la inmediatez digital y la constante reinvención, donde las fronteras entre lo tangible y lo virtual se desvanecen con la misma velocidad con la que actualizamos nuestros feeds, el arte se encuentra en una encrucijada fascinante y, para algunos, desconcertante. Ya no se trata solo del óleo sobre lienzo o el mármol esculpido; hoy, el código binario, la inteligencia artificial y las cadenas de bloques irrumpen en el santuario de la creatividad, planteando interrogantes fundamentales sobre la autoría, el valor y la propia experiencia estética. En este torbellino de transformación, emergen figuras que no solo entienden el nuevo lenguaje, sino que lo dominan para subvertirlo desde dentro, obligándonos a mirar de nuevo, a cuestionar y, sobre todo, a sentir.
Es en este vibrante y a menudo caótico panorama donde la exposición colectiva “Algorítmica Íntima: Runtime” emerge como un faro de reflexión. Presentada en el emblemático Centro Cultural Afirme, en el corazón de la Ciudad de México, esta muestra se articula como un diálogo necesario entre el arte, la inteligencia artificial y la tecnología blockchain. Lejos de ser un mero escaparate tecnológico, “Algorítmica Íntima” se adentra en las prácticas interactivas y phygitales esas obras que habitan simultáneamente el plano material y el virtual con la ambición de explorar el valor coleccionable más allá de la mera especulación financiera. Busca reivindicar el blockchain no como un activo volátil, sino como una herramienta creativa, con un potencial emancipador y colectivo que apenas comenzamos a vislumbrar.

Dentro de este espacio de confluencias audaces, la obra del artista plástico mexicano Neon Carón, titulada “Ctrl+Alt+Homero”, se erige como una declaración contundente y afilada. Carón, un creador que inició su viaje en el emprendimiento para luego sumergirse de forma autodidacta en los lenguajes del arte urbano y la pintura, nos confronta con una pieza que es, en sí misma, un campo de batalla estético. Partiendo de una técnica clásica, esa búsqueda metódica de ideas que dialogan con la vasta historia del arte, el artista se topa de bruces con la realidad de un mercado saturado por la cultura popular y un consumismo que devora íconos con la misma facilidad con la que los olvida. El resultado es un contraste brutal, no solo de conceptos, sino de técnicas y profundidades analíticas.

El nombre de la obra, “Ctrl+Alt+Homero”, es una genialidad cargada de significado. Evoca ese comando universal para reiniciar un sistema, para escapar de un error o un bloqueo, pero lo yuxtapone con Homero Simpson, el arquetipo de la cultura pop globalizada. Esta elección no es casual; señala directamente al cambio radical en los medios y su digitalización omnipresente. Hoy, el consumo de arte, en gran medida, ha migrado al ciberespacio. Ya no es imprescindible el desplazamiento físico para contemplar las grandes obras; basta una conexión, un dispositivo, y el dominio del lenguaje digital. “Mi obra tiene un fuerte vínculo entre lo clásico y mi contexto generacional, dando como resultado un lenguaje visual híbrido de dos épocas”, afirma el artista. “Para mí, participar en Algorítmica significa insertarme críticamente en el diálogo entre arte, tecnología y absurdo contemporáneo. Es una oportunidad para confrontar las lógicas institucionales desde la ironía y la estética del colapso”.

Los “Homeros” integrados en la pieza, lienzos intervenidos por la inconfundible figura amarilla, son un guiño directo a la influencia masiva de “Los Simpsons”. Representan cómo la cultura popular, a menudo tildada de superficial, puede albergar una complejidad que muchos buscan, a veces infructuosamente, en las esferas más elitistas del arte. El uso del acrílico por parte de Carón le permite explorar una paleta de colores vibrantes y contrastes audaces, logrando una producción que es a la vez rápida en su ejecución y visualmente impactante. Pero la innovación no se detiene ahí: la realidad aumentada se incorpora como un elemento crucial, una capa adicional que profundiza la interacción del espectador, fusionando dos eras en un solo golpe visual. Esta integración de tecnología y tradición es una manifestación del ingenio masculino contemporáneo que se atreve a romper moldes.

La trayectoria de Neon Carón es tan híbrida y fascinante como su obra. Formado en Medios Digitales tras una exitosa incursión en el mundo empresarial, su experimentación con la pintura, el graffiti y el esténcil se vio profundamente influenciada por su conocimiento tecnológico. Esto lo llevó a desarrollar su propia aplicación de realidad aumentada, una herramienta que acompaña a la mayoría de sus piezas y que, tras dos años de desarrollo, obtuvo la codiciada aprobación de Apple, estando disponible para descarga gratuita. Su visión no se limita a una sola pieza; actualmente desarrolla una nueva exposición individual que promete seguir explorando la estética del pop art con una técnica pictórica precisa, interviniendo objetos cotidianos cajas, bolsas, lo que muchos considerarían desecho para resignificarlos y dotarlos de una nueva vida. Una Mona Lisa diluida en azules y patrones serigráficos, retratos femeninos contemporáneos insertados en escenas clásicas, y una nostálgica serie de Tazos, demuestran una versatilidad y una capacidad de interpelación constantes. Su reconocimiento no es menor, con participaciones en eventos de la talla de Zona Maco, Art Basel Miami, y la creación de piezas exclusivas para personalidades como Maluma, J Balvin y Jared Leto, validando una propuesta que resuena con fuerza en el panorama internacional.
La obra de Neon Carón, y en particular “Ctrl+Alt+Homero” dentro de “Algorítmica Íntima: Runtime”, no es simplemente una exhibición de habilidad técnica o una ocurrencia ingeniosa. Es un acto de introspección cruda, un espejo que refleja las contradicciones de nuestro tiempo y, más profundamente, un gesto de rebelión sofisticada. En un mundo que exige conformidad y consume novedades a una velocidad vertiginosa, detenerse ante una pieza que nos obliga a decodificar sus múltiples capas lo clásico, lo popular, lo físico, lo digital es en sí mismo un acto de resistencia. Carón no ofrece respuestas fáciles; al contrario, multiplica las preguntas, desafiando al espectador a confrontar su propia relación con el arte, la tecnología y la cultura de masas.
