Hay gestos que trascienden culturas, palabras que no necesitan pronunciarse y artes que se entienden sin traducción.
En un mundo saturado de inmediatez y exceso visual, el regreso a la esencia del hacer con las manos adquiere un valor casi revolucionario. Lo artesanal ya no es nostalgia: es una afirmación silenciosa, precisa y profundamente humana. En ese universo donde la atención al detalle se convierte en lenguaje, el cuerpo masculino encuentra una forma poderosa de expresión, alejada del ruido y cargada de significado.
A medio siglo del nacimiento del intrecciato, esa trenza de cuero que ha definido silenciosamente a una de las casas italianas más respetadas por su sigilo estético, se presenta “Craft is our Language”, una campaña que va más allá del homenaje. Se trata de un manifiesto visual que explora la artesanía no como una técnica, sino como un idioma con el que generaciones de hombres (y mujeres) han contado sus historias sin necesidad de palabras. Desde el primer trazo hasta el último pliegue, las manos no mienten: hablan del tiempo, del oficio y de la identidad. Y en un tiempo donde lo masculino está en constante reconfiguración, regresar al hacer manual es también una forma de redescubrirse.

Con fotografías de Jack Davison y coreografías de Lenio Kaklea, la campaña no solo retrata, sino que interpreta. No hay logos, no hay gritos: hay gestos. En cada imagen, se despliega una coreografía de manos que hablan, que recuerdan, que invitan. Aparecen figuras como Troy Kotsur, Jack Antonoff, Lorenzo Musetti o el creativo Dave Free. No se trata de celebridades como ornamento, sino de individuos que han dominado su arte, como los artesanos que confeccionan cada pieza con la misma entrega. La tensión entre lo clásico y lo contemporáneo se resuelve con elegancia, sin esfuerzo aparente, como solamente lo logran aquellos que dominan su herramienta más antigua: las manos.
Lo interesante de este tributo es que no convierte al intrecciato en una reliquia. Lo mantiene en movimiento. Desde su nacimiento en 1975, esta técnica ha sido testigo de transformaciones estéticas, políticas y culturales. Sin embargo, ha resistido sin perder su esencia: tiras de cuero entrelazadas con una precisión que solo se logra con tiempo y experiencia. En lugar de reinventarse, el intrecciato se reimagina constantemente. Cambian los colores, las proporciones, las formas. Pero la esencia, esa danza metódica de dedos que moldean y tejen, permanece intacta.

En “Craft is our Language” hay también una lectura sobre la colaboración. El cruce entre artesano y artista, entre creador y portador, entre mente y cuerpo. Lauren Hutton, quien inmortalizó un clutch intrecciato en “American Gigolo” en 1980, regresa como símbolo de continuidad y relevancia. Edward Buchanan, quien fue director de diseño de la casa en los 90, también forma parte del proyecto, cerrando un círculo de historia viva. Aquí, el lujo no está en el objeto: está en el proceso, en la transmisión de saberes, en el respeto por aquello que tarda.
Lejos del exhibicionismo tradicional de la industria, esta propuesta mantiene la filosofía sin logo de la casa, dejando que la materia hable. Porque cuando el cuero se entrelaza con la maestría necesaria, se convierte en firma, en identidad. Y en un mundo donde todo parece copiarse, imitarse, uniformarse, la autenticidad del oficio se vuelve un acto de resistencia.

La publicación de un libro acompañará esta campaña en septiembre, incluyendo 50 gestos que funcionan como un diccionario visual de esta lengua sin palabras. Es un tributo no solo a la historia de la maison, sino a la comunicación universal de las manos, al lenguaje del cuerpo que conecta culturas, generaciones y geografías. En ese gesto compartido, hay también un espejo de lo masculino: hecho de fuerza y delicadeza, de control y emoción, de paciencia y poder.
