En un mundo saturado por la inmediatez, donde el diseño muchas veces sucumbe ante la velocidad del algoritmo, aún existen casas que eligen el camino opuesto: el de la permanencia, la memoria, el detalle. Dolce&Gabbana, más que una marca, funciona como cápsula de tiempo y laboratorio creativo donde el pasado no se repite, se transforma. En su propuesta Pre-Fall 2025-2026, nos presenta cinco universos que celebran el arte de vestir como acto narrativo. Desde la ligereza floral de Rafia Fiori hasta la sobriedad milimétrica de Maiolica Nero, cada colección se convierte en un manifiesto visual de lo que significa ser contemporáneo con alma artesanal.
La rafia, esa fibra que muchos relegan al verano y al cliché vacacional, es elevada aquí a la categoría de símbolo otoñal. En Rafia Fiori, no hay concesiones a la obviedad. Lo que parece delicado, es en realidad profundamente estructurado. Los bolsos tejidos a mano, los sombreros de ala ancha y los zapatos artesanales no son simples accesorios; son piezas que conectan con lo ancestral sin perder modernidad.

La colección juega con contrastes sutiles, pero poderosos: flores amplificadas, rayas gráficas, y materiales como popelina y brocado negro que colocan a la silueta femenina de los años 50 en un contexto actual. No se trata de nostalgia, sino de reinterpretación. Incluso los conjuntos tipo pijama en versión corta aparentemente relajados están cargados de intención. Detalles como pompones o contrastes cromáticos dotan a las prendas de una identidad sofisticadamente lúdica. Rafia Fiori es una oda al color y la textura, sin caer en lo tropical ni lo folklórico.
Pocas casas han sabido entender la relación entre tradición y moda como esta. Maiolica una de las estampas más icónicas de Dolce&Gabbana regresa en una versión buganvilla que vibra con energía contenida. Inspirada en la cerámica siciliana, esta colección es menos literal y más emocional. Sobre una base blanca, el estampado no grita, conversa.

El encaje Cordonetto se convierte en el lienzo ideal para que las formas geométricas y ornamentales respiren. Las siluetas, de inspiración sesentera, no buscan imponer la figura, sino sugerirla: rectas, fluidas, ligeramente nostálgicas. En ese lenguaje visual, los accesorios no se entienden como complemento sino como extensión del discurso. Las asas de los bolsos, los cinturones, los sombreros: todos replican ese código decorativo como si cada look fuera un objeto de colección.
La estética masculina encuentra su momento más afilado en Maiolica Nero, una colección que oscurece el estampado clásico para explorar su faceta más introspectiva. Aquí, el negro no es ausencia de color, sino una decisión editorial. Cada pieza, camisas bicolor, chaquetas bordadas, pantalones de seda funciona como si fuera parte de una instalación artística donde la herencia siciliana dialoga con la precisión técnica.

Los materiales son protagonistas: encaje estampado, jacquard, crepé, lino, macramé… cada textura cuenta una historia que va más allá de la prenda. Hay una tensión elegante entre la ornamentación y el minimalismo. La colección no busca impactar con exceso, sino con obsesión por el detalle. Si la cerámica de Caltagirone pudiera convertirse en vestimenta, esta sería su expresión más sobria y masculina.
Al hablar de iconos en moda, el bolso My Sicily ocupa un lugar singular. No solo por su diseño, líneas limpias, herrajes pulidos, piel de alta gama, sino por su carga simbólica. Creado en 2009 como homenaje a Sicilia, tierra natal de Domenico Dolce, este accesorio encapsula el espíritu de la marca: lujo emocional, identidad visual y perfección artesanal.

La nueva versión utiliza piel Plongé Luxy, que no solo aporta suavidad, sino resistencia y carácter. Es un bolso que se adapta al presente sin perder el alma del pasado. Cada costura, cada cierre, cada acabado es testimonio del “savoir-faire” italiano que no se negocia. No se trata de un bolso que acompaña, sino que lidera. Porque para Dolce&Gabbana, el accesorio no es un punto final, sino el principio de una narrativa personal.
Con Costiera, la casa italiana firma un poema visual al verano eterno, donde el mar no es fondo, sino protagonista. Inspirada en la dolce vita sesentera y el hedonismo mediterráneo, esta colección combina el rigor de la sastrería con el desenfado de los estampados marinos. Conchas, olas y tonos salinos conviven con popelinas, lino y jacquard de altísima calidad.


Lo más interesante es su actitud: blazers sin estructura, pantalones fluidos, camisas abiertas. La colección no impone un código de vestimenta, propone un estilo de vida. No hay rigidez ni formalismos; hay intención, detalle y libertad. Se nota la continuidad con la línea Primavera-Verano 2025, pero también un deseo por evolucionar, por narrar nuevas formas de vivir la elegancia masculina.
Dolce&Gabbana no busca agradar a todos. Su propuesta Pre-Fall es, más bien, un ejercicio de fidelidad estética, una coreografía donde cada colección se mueve con su propio tempo. En un escenario global donde la moda muchas veces se vuelve efímera, la marca italiana sugiere algo más arriesgado: diseñar desde la identidad.
