Hay temporadas que no gritan, sostienen la mirada. Otoño-Invierno 2025 es de esas: una conversación silenciosa entre arte y oficio, color y tejido, memoria y materia.
La campaña transforma la sala blanca en estudio íntimo: menos espectáculo, más detalle; menos estridencia, más textura. Un álbum de recortes, pero de ideas que pesan. En tiempos de feeds hiperactivos, detenerse a observar una superficie, una costura, un pliegue… se siente radical.
La colección se concibe como un scrapbook de ideas donde la artesanía dialoga con el arte. La colaboración con la Josef & Anni Albers Foundation traduce los Homage to the Square de Josef y los pictorial weavings de Anni en superficies táctiles: bloques de color que se vuelven abrigo; urdimbres que migran del telar al guardarropa. Es teoría del color y gramática del hilo aplicada al vestir un manifiesto de texturas, escalas y trompe-l’oeil que vuelve a poner el material en el centro.
La campaña, fotografiada por Arnaud Lajeunie, convierte ese corpus de técnicas en retrato. Primeros planos y cuerpos completos, sin ruido, con actores de distintas generaciones que comparten sensibilidad artística: Lesley Manville, Felix Kammerer, Raffey Cassidy y el embajador Jiang Qiming. No hay máscaras emocionales; solo piel, tejido y luz, para que el ojo detecte la densidad de un paño o la calibración de un color. El elenco amplía el registro: teatro, cine autoral, blockbusters y televisión, todos orbitando un mismo rigor formal.


En los bodegones, las bolsas Puzzle, Madrid, Flamenco y Amazona toman rol protagónico; arquitecturas suaves donde el pliegue es discurso. En clave técnica, aparecen los Toy mules, la Comic sandal y el Ballet runner; mientras los lentes Collage y Shield/Mask perfilan un gesto futurista de una sola línea continua. Todo se muestra a centímetros: costuras, canto, espesor, brillo. El lujo no como volumen, sino como precisión.

FW25 cierra la etapa del anterior director creativo Jonathan Anderson quien consolidó el lenguaje de la casa y su culto al material y deja la mesa puesta para los sucesores Jack McCollough y Lazaro Hernandez. El movimiento redefine expectativas: del ingenio performático a la idea de uso impecable y oficio palpable, con la artesanía española como palanca. No es abrupto: es continuidad con cambio de tempo.




El proyecto también mira fuera del set: apoyo a Les Foyers de Tambacounda en Senegal creado junto con la Albers Foundation y Le Korsa para impulsar Sutura (colectivo de costura), un programa de arte con L’École des Beaux-Arts de Dakar, y el Tire Recycling Project. Si el hilo fue herramienta estética, aquí es herramienta social: misma ética, distinto contexto.

Para el lector masculino, la lectura es clara: color controlado, volúmenes nítidos, y accesorios que no saturan el look, pero le dan propósito. Abrigos inspirados en Albers que afinan la silueta; tenis con construcción esbelta para cortar la formalidad; eyewear de una pieza para un trazo limpio del rostro. Tres menciones bastan: LOEWE marca el ritmo; la casa refina el gesto; la firma mantiene el pulso del taller.