En moda, Roma nunca es un simple escenario; es un espejo de poder, belleza y contradicción.
Su historia milenaria, hecha de mármol sólido y calles desgastadas que aún respiran, sigue dictando cómo entendemos la grandeza y la elegancia. Pero lo fascinante de la Ciudad Eterna es que, lejos de ser un museo detenido, siempre encuentra la manera de reaparecer con una voz distinta. Bajo esa mirada, la temporada Fall 2025 rescata la idea de que lo clásico nunca muere: solo se transforma con nuevas pieles, diferentes cortes y un espíritu que se atreve a ser actual.
Cada otoño trae consigo un retorno a la estructura: tejidos firmes, abrigos pensados para dejarnos dominar por el dramatismo del clima y el placer de vestir de forma consciente. Roma es la inspiración que lo envuelve todo; sus columnas, sus ruinas y sus plazas iluminadas por un cielo dorado construyen un relato de estilo donde la fuerza se equilibra con el romance. En este contexto, la moda masculina se vuelve un espacio de juego entre tradición y rebeldía. La sastrería adopta tejidos suaves, siluetas más ligeras y cortes que favorecen la movilidad, recordándonos que el vestir masculino no se trata solo de uniformidad, sino de reinterpretar lo formal para hacerlo personal.
La colección Fall 2025 presentada por GUESS se apoya en esta narrativa: rescatar la solemnidad de Roma y traducirla en piezas que cruzan la modernidad sin perder peso visual. No se trata únicamente de prendas, sino de estados de ánimo. Un abrigo estructurado se convierte en monumento portátil. Un pantalón gris carbón, en reflejo del mármol antiguo. Y una camisa con bordado sutil recuerda los frescos que aún sobreviven en las iglesias y palacios. En cada pieza se advierte una tensión deliciosa: la lucha entre la tradición intocable y la necesidad de un hombre de hoy de apropiarse de ella sin vestirse como reliquia.
Roma es inspiración, pero la identidad californiana de GUESS aparece en detalles que contemporizan cada look. La mezclilla, siempre presente en el ADN de la marca, se transforma con cortes más afilados, Owen, Miami, Finnley o Mason, adaptados a un hombre que busca fluidez sin resignar carácter. Estos nuevos fits elevan el denim más allá de lo utilitario para llevarlo al terreno aspiracional: piezas de transición que funcionan tanto en un campus universitario como en una cena nocturna en la ciudad. El contraste de texturas entre lo sastre y lo casual genera un lenguaje fresco, propio de una era que ya no dicta uniformes, sino que propone versatilidad.
La campaña visual, fotografiada en las calles de Roma, revela otra dimensión: el poder de lo urbano como pasarela en movimiento. Sombras doradas y perspectivas arquitectónicas demuestran que la moda masculina no necesita espectáculos estridentes; basta con un telón de fondo sólido que subraye la atemporalidad del diseño. En esta misma lógica, los accesorios joyería sutil, calzado de carácter definido, suman densidad a un conjunto que juega con lo clásico y lo actual. Cada detalle, lejos de ser decorativo, es un guiño consciente al hombre que quiere portar símbolos, no únicamente ropa.
Curiosamente, la colección también dialogó con México: el lanzamiento en Jardines de México reforzó la idea de que la estética romana puede reinterpretarse desde cualquier geografía. Los invitados exploraron no solo moda, sino también experiencias sensoriales que conectaban aromas, texturas y actividades artesanales como la cerámica. Ese cruce de culturas replantea algo importante: el vestuario masculino contemporáneo ya no obedece a una sola narrativa, sino que se alimenta de todos los puntos cardinales.
