Imagina el sonido de un monoplaza rebotando entre edificios coloniales, el olor a mar pegado a la piel y una recta que no es Silverstone ni Monza, sino el Puente Dos Hermanos, en San Juan. No estás viendo una carrera oficial, pero la adrenalina es la misma: Puerto Rico se convierte por unos minutos en la pista más inesperada del calendario.
Para muchos jóvenes en Latinoamérica, la Fórmula 1 ha sido, durante años, un espectáculo lejano: horarios europeos, boletos imposibles, paddocks blindados. Ver un auto Mercedes-AMG PETRONAS F1 rugiendo sobre el asfalto del Caribe, con Bad Bunny como anfitrión, no solo fue un “stunt” de marketing; fue una imagen muy clara de hacia dónde se está moviendo la cultura: el lujo deja de ser solo palco VIP y se mezcla con la calle, con la música y con la forma en la que te vistes para vivirlo.
Ese momento del 2 de agosto no se quedó en el video que viste en redes. Era el aviso de algo más grande: una alianza entre adidas Originals, Bad Bunny y el equipo Mercedes-AMG PETRONAS F1 que no se conforma con poner logos sobre un hoodie, sino que intenta traducir la velocidad, el ruido y la historia del automovilismo en un guardarropa completo.
La idea de que “la F1 es solo para unos cuantos” empieza a tambalear cuando un artista latino toma el volante simbólico de un equipo histórico y lo lleva a su territorio. No se trata únicamente de ver un coche de mil caballos de fuerza cruzar un puente emblemático; se trata de quién está en esa imagen, quién la firma y a quién interpela.
Bad Bunny no llega a este punto como invitado de ocasión. Llega con el peso de haber roto récords de streaming, de haber llevado un álbum en español a competir por Álbum del Año en los GRAMMY® y de haber convertido su estilo en referencia global: del Met Gala a Saturday Night Live, de campañas de underwear a portadas de moda que antes solo eran reservadas para otro tipo de figura. Su incorporación como “nuevo miembro” del equipo Mercedes-AMG PETRONAS F1 es, al mismo tiempo, un guiño a los fans del deporte y una declaración de que la cultura latina ya no entra solo por la playlist, sino también por el uniforme.

En paralelo, la Fórmula 1 vive un momento particular: Netflix, TikTok y el boom de las redes han acercado el paddock a un público que antes ni siquiera sabía quién era el segundo piloto de cada escudería. El resultado es una generación que sigue la carrera, pero también los outfits, los cascos, los relojes y los sneakers que cruzan el túnel del pit lane a la calle. La colaboración entre estas tres fuerzas llega justo ahí, a esa intersección donde la telemetría importa tanto como la foto que subes al feed.

En el centro de esta alianza hay un objeto que concentra toda esa narrativa: el Bad Bunny Adiracer GT. La silueta parte de una idea conocida para cualquier fan del automovilismo: el zapato de conducción clásico, bajo y ajustado, diseñado para sentir cada milímetro del pedal. Pero aquí se reinterpreta con una sensibilidad distinta, más cercana al sneakerhead que a un ingeniero de pista.
Visualmente, se percibe como un híbrido entre un tenis de pista de principios de los 2000 y un objeto de diseño industrial contemporáneo. No es el típico chunky sneaker; es más bien una pieza alargada, precisa, que parece diseñada para entrar sin fricción debajo del volante de un monoplaza, pero que termina funcionando igual de bien con unos cargos negros y una playera ajustada en una salida de noche.

Cuando las notificaciones de “agotado” se calmen y el ruido del lanzamiento baje, lo que quedará será la imagen de un coche de F1 sobre el mar, la idea de un artista latino convirtiéndose en pieza clave de una escudería histórica y un sneaker diseñado para moverse entre esos dos mundos.
El Bad Bunny Adiracer GT y la colección Bad Bunny Motorsport estarán disponibles en la app CONFIRMED el 17 de noviembre a las 9:00 AM, un horario que muchos ya tienen marcado en el calendario. Pero más allá de la fecha y la hora, la verdadera relevancia está en la conversación que abren: sobre representación, sobre cómo se ve hoy la masculinidad ligada al deporte, sobre la manera en que la moda puede traducir la velocidad en algo que se usa todos los días. Quizá no todos podremos viajar a un gran premio ni sentarnos en la tribuna principal, pero sí podemos participar de esta nueva estética donde el casco, el mono y el pit wall se reinterpretan en prendas que viven en la ciudad.

