Hombres, invierno y ciudades intensas: así se construye un look con frecuencia propia

Hay ciudades que se visitan y ciudades que se sienten en el estómago. Berlín no te pide permiso; te atraviesa con un frío que huele a concreto húmedo, a historia pesada y a una libertad que roza el delirio.

Si alguna vez has caminado por Kreuzberg a las tres de la mañana, sabes de qué hablamos: esa sensación de que todo está perfectamente estructurado (los trenes, los horarios, la arquitectura brutalista) y, al mismo tiempo, todo está a punto de estallar en una anarquía creativa. Es un ruido blanco constante. Una frecuencia baja que te vibra en el pecho.

Esa tensión, ese punto exacto donde la disciplina alemana choca de frente con la rebeldía del underground, es quizás el estado mental más interesante para la masculinidad actual. Ya no se trata de ser el «chico malo» ni el «ejecutivo perfecto». Se trata de navegar la ambigüedad. De saber estar en silencio en medio del ruido. Y curiosamente, la ropa que elegimos para esos momentos deja de ser un disfraz para convertirse en una especie de armadura urbana.

Es aquí donde la conversación sobre estilo se pone seria. Olvida por un momento las tendencias efímeras de TikTok. Lo que estamos viendo esta temporada es un regreso a la estructura, pero una estructura que ha vivido, que ha salido de noche y que no tiene miedo a ensuciarse las manos (metafóricamente hablando). Es la búsqueda de un uniforme para sobrevivir a la jungla de asfalto sin perder la elegancia, entendiendo que el verdadero lujo hoy en día es la capacidad de moverse entre mundos opuestos sin desentonar en ninguno.

Cuando miramos de cerca lo que Scalpers propone con Urban Frequency para su temporada AW25/26, lo primero que salta a la vista es que no están intentando venderte una postal turística de la Puerta de Brandeburgo. Están vendiendo la atmósfera de un club de techno a las 6:00 AM cuando se encienden las luces: sobriedad, realidad y una estética cruda.

La colección funciona como un espejo de esa dualidad berlinesa. Por un lado, tienes la sastrería precisa, esa herencia del buen vestir que la marca española maneja con los ojos cerrados; cortes afilados, hombros en su sitio, la promesa de orden. Pero por el otro, hay una relajación deliberada en las siluetas. No es el traje que te pone tu jefe; es el abrigo estructurado que te pones tú para sentirte dueño de tu tiempo. Esta elección cromática también facilita algo que valoramos mucho: la versatilidad real. No esa versatilidad de «puedes usarlo para todo», que suele ser mentira, sino la capacidad real de que un abrigo color camel funcione igual de bien sobre una hoodie en un bar de Neukölln que sobre un traje en una junta en Reforma. Es la eliminación del ruido visual para centrarse en lo esencial: la forma, la caída y la actitud.

Hay un guiño innegable en la campaña visual protagonizada por Julienn Saunier hacia la estética cinematográfica de los años 90. Piensa en esas películas donde la ciudad es un personaje más, donde la cámara se detiene en los espacios vacíos, en las escaleras mecánicas interminables, en las estaciones de metro con luz fluorescente. La dirección creativa toma el universo sensorial del techno, pero no desde la fiesta desenfrenada, sino desde la repetición hipnótica y la introspección. El techno, en su forma más pura, es mecánico y repetitivo, pero induce un estado de trance muy humano. Urban Frequency traduce eso a ropa: prendas que puedes usar en repetición, que se vuelven parte de tu rutina, de tu «loop» diario, pero que cada vez que las usas te hacen sentir algo distinto.

La incorporación de prendas de inspiración utilitaria junto a piezas de sastrería clásica en esta colección de Scalpers sugiere que el hombre moderno es un híbrido. Necesitamos la funcionalidad de lo workwear la durabilidad, la comodidad, la protección pero no queremos renunciar a la sofisticación de un buen corte. Imagina un abrigo de lana impecable sobre un conjunto de denim oscuro y botas pesadas. Esa imagen proyecta autoridad, pero también dinamismo. Dice: «conozco las reglas (lo clásico), pero elijo cuándo romperlas (lo rebelde)». Esa es la verdadera frecuencia urbana de la que hablamos. No es desorden; es un nuevo tipo de orden, uno que prioriza la adaptabilidad y la expresión personal por encima de los códigos rígidos de antaño.

Al final del día, Berlín es solo el escenario. La verdadera historia ocurre cuando te paras frente al espejo antes de salir a tu propia ciudad, ya sea la CDMX, Monterrey o Guadalajara. Te enfrentas al clima, al tráfico, a las reuniones y a la incertidumbre de la noche. Urban Frequency no intenta disfrazarte de alemán; intenta darte las herramientas para que construyas tu propia narrativa en el caos. Nos recuerda que hay una elegancia brutal en lo funcional y una belleza oscura en la introspección.

Quizás sea hora de bajarle el volumen al ruido externo, dejar de buscar la aprobación en colores estridentes y empezar a sintonizar con esa frecuencia más grave, más sólida y más real. Porque en un mundo que no para de gritar, el hombre que viste con el silencio y la fuerza del concreto es el que realmente llama la atención.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Prev
Ferragamo Holiday 2025: cómo construir hoy la nostalgia del mañana (y vestirte para la ocasión)

Ferragamo Holiday 2025: cómo construir hoy la nostalgia del mañana (y vestirte para la ocasión)

Existe un microsegundo particular en las cenas de fin de año que suele pasar

Next
Trajes con pátina, botas doradas y cero clichés navideños: bienvenido a Snowstorm

Trajes con pátina, botas doradas y cero clichés navideños: bienvenido a Snowstorm

La nueva campaña Holiday 2025 Snowstorm, firmada por Frank Lebon, entra justo

You May Also Like
Total
0
Share