¿Alguna vez te has detenido a pensar en el ruido visual que consumimos en diciembre? No me refiero solo a las luces parpadeantes de Reforma o a las notificaciones constantes de ofertas en tu celular. Hablo de esa saturación de tendencias efímeras, de ropa desechable que brilla mucho, pero abriga poco, y de esa presión latente por “estrenar” algo que probablemente termine en el fondo del clóset antes de que llegue febrero.
Hay una tensión interesante ocurriendo ahora mismo en nuestra generación. Mientras el mundo digital nos empuja a la inmediatez y al consumo voraz, hay una parte de nosotros quizá la más madura, la que empieza a valorar el silencio y la calidad sobre la cantidad que busca refugio en lo tangible. En lo que pesa, en lo que tiene historia.
Este invierno, la verdadera rebeldía no está en usar el color neón de moda ni en seguir el trend de TikTok de la semana. La verdadera disrupción está en la permanencia. En elegir una pieza que, paradójicamente, entre más vieja se haga, mejor se vea. Y es justo ahí donde la conversación sobre el estilo masculino da un giro hacia la tradición, no como algo anticuado, sino como un ancla de estabilidad en un mundo líquido.

La colección Otoño/Invierno 2025 de Hackett London parece haber leído esta atmósfera cultural a la perfección. Su campaña “Tradición y Modernidad: Un invierno en familia” no intenta reinventar la rueda, sino recordar por qué la rueda sigue girando. En su cápsula inspirada en los “12 Días de Navidad”, vemos una respuesta a esa fatiga digital: sastrería británica que prioriza el tacto. Tweeds, cashmeres y algodones cepillados.




Imagina la escena: es una de esas cenas de diciembre en una terraza en la Roma o San Pedro, el clima ha bajado a un solo dígito y el viento corta. Aquí es donde la teoría se encuentra con la práctica. Un abrigo sintético te hará sudar y luego congelarte. Pero piezas como el abrigo de tweed donegal funcionan como una armadura térmica. Con sus cortes contemporáneos, deja de ser la prenda “del abuelo” para convertirse en una declaración de intenciones de alguien que entiende la arquitectura de su propia ropa.

Hablemos de funcionalidad. Hay una delgada línea entre verse elegante y verse disfrazado. El secreto suele estar en la silueta. El Peacoat Night Sky es un ejemplo perfecto de cómo una prenda de origen naval, diseñada originalmente para marineros británicos que enfrentaban tormentas, se traduce al código urbano actual. Es atemporal, sí, pero su reinterpretación moderna elimina la rigidez de antaño.
Y debajo de esa capa exterior, está el confort. El suéter Fair Isle de lana merino es quizás la pieza más emocional de la temporada. Hay algo en esos motivos tradicionales que conecta con una nostalgia colectiva, un guiño a los inviernos británicos que, curiosamente, se siente muy relevante en el contexto latinoamericano actual, donde buscamos suavizar nuestra imagen sin perder masculinidad. Uno de los grandes dilemas del hombre contemporáneo es la transición. Salimos de una junta, vamos a una comida, corremos al aeropuerto o caemos en una reunión casual. No tenemos tiempo para tres cambios de ropa.




Aquí es donde entra la Overshirt de franela Celestial Blue. Es esa prenda híbrida, mitad camisa, mitad chaqueta que resuelve el problema del “limbo” de vestimenta. Es lo suficientemente estructurada para verse bien en un Zoom, pero lo suficientemente relajada para un fin de semana fuera de la ciudad. Acompañada de una Bufanda de cashmere Cobblestone, tejida en Italia y terminada a mano, el mensaje que proyectas es claro: te importa lo suficiente como para cuidar los detalles, pero estás lo suficientemente seguro como para no esforzarte de más.
La Harry Edition AW25 es la manifestación física de este cambio de mentalidad. Inspirada en el icónico perro de Jeremy Hackett, esta cápsula inyecta dosis de humor refinado a la herencia británica. No es una caricatura; es sofisticación con una sonrisa. Un suéter de lana merino o una polo en tono burdeos con la referencia a Harry no te quita autoridad; al contrario, te humaniza. Te muestra como alguien accesible, cálido, alguien que entiende que el estilo también debe ser divertido. Es el regalo perfecto (para otros o para ti mismo) porque rompe la barrera de la formalidad sin perder la elegancia.

