Hay un microsegundo de terror absoluto que solo conocen quienes han conducido un auto estándar en una subida pronunciada de la Ciudad de México.
Es ese instante en el que el pie izquierdo tiembla sobre el embrague, el derecho busca el acelerador y la gravedad amenaza con jalarte hacia atrás. Es un punto de fricción donde, o avanzas con decisión, o te estancas. Para la mayoría, es una habilidad mecánica que se está perdiendo frente a la comodidad de las cajas automáticas; para Richie, el personaje que interpreta Martin Saracho en la nueva apuesta de HBO Max, Yellow, esa palanca de cambios es, literalmente, la diferencia entre vivir o morir.
Yellow no es la típica serie de persecución. Creada por Sofía Auza y dirigida en conjunto con Silvana Aguirre, esta producción mezcla la comedia negra con el drama existencial de una forma que se siente fresca en el panorama latinoamericano. La trama nos presenta a dos fugitivas, interpretadas por Tessa Ia y Lizeth Selene, quienes en su desesperación secuestran a Richie (Saracho) simplemente porque necesitan a alguien que sepa manejar un auto estándar.

Aquí es donde la narrativa se pone interesante. Richie no es un taxista cualquiera. Es un ex piloto de Fórmula 1 cuya carrera, y vida, se estrellaron contra el muro de contención tras un accidente fatal donde atropelló a su propio pit crew. Desde entonces, el personaje de Saracho vive en un letargo suicida, conduciendo un taxi amarillo como quien conduce una carroza fúnebre propia.
La ironía es deliciosa y cruel: el hombre que ya no quería vivir ahora tiene prohibido morir, porque si él deja de respirar, el coche se detiene y las fugitivas son capturadas. Su vida queda en manos de sus secuestradoras, y paradójicamente, es este secuestro lo que le inyecta una dosis de vitalidad que la terapia convencional no había logrado.
Si has seguido la trayectoria de Martin Saracho, sabrás que no es un actor que busque el camino fácil. Desde su participación en Amarres (también de HBO Max) hasta el thriller global ¿Quién mató a Sara? de Netflix, Saracho ha demostrado una capacidad camaleónica para habitar personajes que operan en los márgenes.
En Yellow, el reto es doble. Interpretar a un piloto de F1 requiere proyectar una arrogancia y una precisión técnica específicas, pero interpretar a un ex piloto deprimido exige desmontar todo eso pieza por pieza. Saracho logra transmitir esa pesadez física de la depresión, esa mirada que ya no enfoca la carretera, para luego, gradualmente, encenderse de nuevo.

La química en pantalla con el elenco que incluye a talentos de peso como Eréndira Ibarra y Humberto Busto promete ser eléctrica. Hay un contraste brutal entre la energía caótica de las fugitivas y la inmovilidad emocional de Richie. Es un choque de fuerzas que, sospechamos, resonará con cualquiera que haya sentido que su vida se estancó mientras el mundo seguía girando a 300 kilómetros por hora. El formato de la serie es otro acierto: cinco capítulos que se estrenan de golpe. En una era de consumo voraz, esto permite ver la historia como una película extendida, una road movie donde el viaje interno es tan turbulento como la ruta de escape.
Lo que propone Yellow es una revisión de nuestros fracasos. Richie representa ese miedo masculino latente a perder el estatus, la habilidad y el propósito. Pasar de los circuitos de Mónaco o Interlagos a pelear el pasaje en las calles, cargando con la culpa de una tragedia, es un arco narrativo devastador. Sin embargo, la serie sugiere que a veces necesitamos que nos «secuestren» de nuestra propia rutina aunque sea metafóricamente para recordar por qué vale la pena meter el cambio y acelerar.
La dirección de Auza y Aguirre parece enfocarse en los detalles sensoriales: el sonido del motor forzado, el calor dentro del taxi, los silencios incómodos. No es solo una aventura; es una exploración de cómo tres personas rotas intentan mantenerse unidas el tiempo suficiente para llegar a un destino incierto. Al final, Yellow nos plantea una pregunta incómoda: ¿Quién lleva realmente el volante de tu vida? A veces creemos que somos los pilotos expertos, hasta que un error de cálculo nos manda a los pits indefinidamente.

La actuación de Martin Saracho promete ser el ancla emocional de esta locura. Ver a un personaje masculino vulnerable, roto, pero esencial para la supervivencia del grupo, ofrece una perspectiva distinta a los héroes de acción infalibles a los que estamos acostumbrados.
