La colección de Prada Primavera Verano 2024 fue una explosión de contrastes y sensaciones.
Los diseñadores Raf Simons y Miuccia Prada nos ofrecieron un espectáculo que desafió las expectativas y las convenciones de la moda masculina, jugando con la arquitectura, el movimiento y la sensualidad.
El escenario fue el primer elemento que llamó la atención. Un espacio industrial y minimalista, con paredes de acero corrugado y un techo de malla metálica, que se transformó en un laberinto de cortinas verdes que caían como una lluvia de limo. Este efecto creó una atmósfera misteriosa y envolvente, que contrastaba con la rigidez del entorno. El limo también simbolizaba la fluidez y la organicidad, dos conceptos clave en la colección.
La ropa reflejó esta dualidad entre lo rígido y lo fluido, lo clásico y lo innovador, lo formal y lo informal. Los trajes se reinventaron con cortes asimétricos, aberturas laterales, solapas desiguales y botones desplazados. Las camisas se alargaron hasta convertirse en túnicas o vestidos, con cuellos altos y mangas anchas. Los impermeables se hicieron transparentes o se adornaron con bolsillos utilitarios. La ropa deportiva se fusionó con la sastrería, creando conjuntos híbridos de chaquetas con capucha, pantalones con cremalleras y zapatillas con cordones. Los chalecos de pescador se llenaron de bolsillos y se combinaron con pantalones cortos o bermudas. Los colores fueron mayoritariamente neutros, con toques de rojo, azul, verde y amarillo.
La música fue otro elemento sorprendente del desfile. La banda sonora pasó de una melodía electrónica suave y ambiental a una canción de rock industrial intensa y agresiva: “Closer” de Nine Inch Nails. El contraste entre la elegancia del diseño y la crudeza de la letra (“quiero follarte como un animal, quiero sentirte desde adentro”) fue chocante pero también coherente con la idea de liberar el movimiento del cuerpo y explorar su sexualidad.