El otoño-invierno es esa época del año en que el armario masculino se reinventa. No se trata solo de abrigarse, sino de contar una historia, de expresar una actitud. Es el momento en que la funcionalidad se encuentra con la estética, y la herencia con la vanguardia. Este año, la narrativa nos lleva a un viaje que trasciende fronteras, un periplo que fusiona la elegancia innata parisina con la irreverencia sofisticada del estilo británico.
Imagina la escena: un atelier en el corazón de París, bañado por la luz tenue de la mañana. El aroma del cuero fresco y la madera se mezcla con el eco lejano del bullicio de la ciudad. Aquí, entre bocetos y herramientas, se gesta una nueva visión de la moda masculina, una que honra la tradición artesanal, pero que no teme romper moldes. Es una visión que se nutre de la curiosidad, del deseo de explorar y de la pasión por el detalle. Pero esta historia no se queda en la rive gauche. Cruza el Canal de la Mancha, se adentra en la campiña inglesa, en los verdes valles de los Cotswolds, donde la naturaleza exhala una belleza serena y atemporal. Y finalmente, desembarca en el vibrante Londres, una ciudad que late al ritmo de la creatividad, la innovación y un espíritu rebelde que desafía lo convencional.

Este es el viaje que inspira la nueva temporada, un viaje que se refleja en cada prenda, en cada textura, en cada detalle. Es un homenaje a la artesanía, a la ropa de trabajo, a la fusión de culturas y a la búsqueda constante de la autenticidad. La historia comienza en París, la cuna de la alta costura y el savoir-faire. Pero no nos quedamos en los salones de las grandes casas de moda. Nos adentramos en el atelier del artista, un espacio donde la creatividad fluye sin restricciones. Aquí, la bufanda favorita no es solo un accesorio, es una obra de arte en sí misma, un lienzo que celebra la artesanía contemporánea.
La paleta de colores es un reflejo de esta inspiración: el blanco hueso y el azul cobalto, una combinación que evoca la pureza y la profundidad del arte. Las prendas utilitarias, como los pantalones con estampado de la Torre Eiffel y la chaqueta de trabajo azul, son un guiño a la estética workwear, pero reinterpretada con un toque de sofisticación parisina. Incluso los detalles más sutiles, como la camisa blanca que se asoma bajo el overol, evocan el delantal de un pintor, un recordatorio constante de la conexión entre la moda y el arte. Y, por supuesto, no podemos olvidar los zuecos, un calzado que ha trascendido su origen funcional para convertirse en un símbolo de comodidad y estilo relajado. El tote Le Roseau, un clásico atemporal, en cuero natural y con su icónico cierre de bambú es el compañero perfecto, junto a Le Pliage x Constantin Riant.


El viaje continúa hacia los Cotswolds, una región de Inglaterra que parece sacada de un cuento de hadas. Aquí, la naturaleza se convierte en la principal fuente de inspiración. Los valles exuberantes, las casas de campo con techos de paja y el aire fresco del campo invitan a la introspección y a la reconexión con lo esencial. La paleta de colores se vuelve más terrosa, con tonos cálidos que evocan la lana, la piel de oveja y la madera. Las prendas son cómodas y funcionales, diseñadas para disfrutar de largas caminatas al aire libre. La chaqueta kimono acolchada, el vestido largo de cachemira y el chaleco de piel de oveja son ejemplos de esta estética cozy y artesanal. El destino final de este viaje es Londres, una ciudad que encarna la fusión perfecta entre tradición y modernidad. Aquí, la elegancia clásica se mezcla con la irreverencia del street style, creando un estilo único y ecléctico.
La colaboración entre Longchamp y Gloverall, dos casas con una rica historia y un compromiso con la calidad artesanal, es un ejemplo perfecto de esta fusión. El abrigo duffle en lana doble cara, con su forro a rayas y sus botones tipo alamar, es una prenda icónica que rinde homenaje al savoir-faire de ambas marcas. Pero la noche londinense exige un cambio de registro. La paleta de colores se vuelve más audaz, con el rojo y el negro como protagonistas. El saco kimono estilo smoking, la minifalda de cuero y las botas altas hasta el muslo son la personificación de la actitud rock’n’roll que caracteriza a la ciudad.

El trench coat, una prenda imprescindible en el armario masculino, se reinventa con un toque de sofisticación, mientras que la bolsa Le Roseau en cuero charol con forro de estampado de leopardo añade un toque de excentricidad. Es un look que desafía las convenciones y que celebra la individualidad. Este viaje de París a Londres, pasando por los Cotswolds, es más que una simple colección de ropa. Es una exploración de la identidad masculina, una celebración de la artesanía y una invitación a abrazar la individualidad. Es un recordatorio de que la moda puede ser una forma de expresión, una manera de contar historias y de conectar con el mundo que nos rodea.
