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Lo que un abrigo con orejas de conejo dice sobre el futuro del estilo masculino

Hay algo profundamente humano en la preparación. No solo hablamos de vestirse, sino de ese ritual privado que ocurre cuando uno se detiene frente al espejo con la intención de convertirse, al menos por unas horas, en una versión más expresiva, más lúdica o incluso más enigmática de sí mismo. No es casualidad que las grandes historias comiencen con un cambio de ropa: del uniforme a lo informal, del día a la noche, del anonimato a la escena. Esta temporada, más que nunca, la moda masculina se convierte en un acto consciente de presencia: el deseo de ser visto, pero también de reconocerse en medio del caos. Y es en ese punto de encuentro entre nostalgia, osadía y romanticismo que la nueva colección Invierno 2025 de Stuart Vevers encuentra su propósito.

La propuesta no es discreta, ni pretende serlo. En lugar de seguir una línea monótona de sobriedad invernal, se atreve a preguntarnos: ¿por qué no celebrar el frío como se celebra el verano? ¿Por qué reservar la opulencia, la textura y el brillo solo para lo festivo? La respuesta, como los abrigos de shearling o las capas de gasa con lentejuelas, está en un juego de contrastes deliciosamente bien pensado. Aquí, el sportswear estadounidense se encuentra con el teatro de la infancia, el glamour vintage y una sensibilidad profundamente contemporánea. Hay algo irreverente y sumamente masculino en combinar un abrigo tipo Teddy con un sombrero a juego, o llevar una corona de piel como declaración silenciosa de poder interior.

Stuart Vevers no solo diseña ropa; teje relatos personales. Desde su infancia con disfraces improvisados hasta las noches adolescentes de experimentación textil, su narrativa se filtra en cada pliegue, cada textura, cada moño cosido con intención. El diseñador no teme traer elementos considerados “naïve” al universo masculino. Al contrario, los resignifica. ¿Una varita de cuero o unas orejas de conejo de shearling? En este universo no son elementos infantiles, sino herramientas de expresión emocional: símbolos de un hombre que ya no necesita endurecerse para validarse.

La colección Invierno 2025 abraza los extremos. Por un lado, vestidos largos, faldas plisadas, tops peplum y mariposas bordadas rompen con las formas convencionales de género en el vestir. Por el otro, chaquetas de mezclilla, blazers en capas, corbatas, y pantalones oversized de mezclilla reciclada anclan la propuesta en una masculinidad flexible, de raíces profundas pero ramas abiertas al viento. La mezcla no se siente forzada: hay coherencia en la tensión. No se trata de borrar los códigos del vestir masculino, sino de reprogramarlos con sensibilidad y visión.

Dentro del universo textil, el knitwear merece una mención especial. Los cárdigans con textura peluche y los suéteres ajustados con moños exploran territorios poco transitados por la moda masculina sin caer en lo caricaturesco. La técnica intarsia aplicada a los retratos de Pluto un guiño inteligente y pop introduce el humor sin desestimar la estética. Hay aquí un equilibrio cuidadoso entre lo extravagante y lo llevable, entre la ironía y la autenticidad. Los hombres de esta colección no se disfrazan; se transforman.

En cuanto a los accesorios, la reinterpretación de los archivos de Bonnie Cashin resulta clave. No es solo un gesto nostálgico, sino una manera de anclar el presente a una historia legítima de diseño funcional y hermoso. El regreso del Double Entry Satchel, el Doctor Satchel y el Swagger Bag en nuevos acabados demuestra que la elegancia puede ser también una cuestión de memoria y reinvención. En un contexto donde el fast fashion amenaza con homogeneizarlo todo, Coach reafirma su compromiso con la durabilidad y el detalle.

La propuesta de calzado y lentes continúa este diálogo entre herencia y provocación. Pumps con cristales, slippers suaves, sneakers con estampados animales y aplicaciones estelares logran expandir la colección más allá de lo textil. La joyería, con sus motivos celestes en latón y plata, refuerza el carácter casi místico de un hombre que se permite soñar con los pies firmemente anclados en el suelo. Y en los charms, las espadas de cuero y los accesorios de peluche, se revela una invitación lúdica a reconectar con lo imaginario sin perder la elegancia.

Nada en esta colección parece arbitrario. La fotografía de Mark Kean, con sus fondos pastel y retratos introspectivos, captura con sutileza el mensaje: no se trata de vestir para impresionar a los demás, sino de vestir para contar tu propia historia. Cada prenda, cada accesorio y cada silueta nos recuerda que el estilo no es una fórmula, sino una posibilidad.

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