En un mundo donde la inmediatez dicta el ritmo y la tecnología redefine la identidad, hay gestos que trascienden la moda y se convierten en manifiestos culturales.
Hablar de lenguas indígenas en pleno 2025 no es mirar hacia atrás, sino desafiar el presente. Es abrir la puerta a un universo donde la herencia y el futuro se entrelazan, y donde las palabras se convierten en símbolos de resistencia. La lengua, ese territorio invisible, hoy encuentra un nuevo campo de batalla: la pantalla táctil.
La desaparición de una lengua es la pérdida de una visión del mundo, un corte abrupto en el linaje de la humanidad. La UNESCO advierte que cada dos semanas se apaga una lengua indígena, y con ella, miles de historias, saberes y formas de entender la vida. Frente a este panorama, la tecnología ese tótem contemporáneo tiene el potencial de ser aliada o verdugo. La pregunta es: ¿cómo convertir el avance digital en un aliado de la diversidad y no en su sepulturero?
En este contexto, emerge una iniciativa que va mucho más allá de la simple innovación técnica. Un teclado zapoteco, disponible a partir del 18 de junio de 2025 para dispositivos Android, no es solo una herramienta: es el resultado de años de colaboración, respeto y diálogo entre la tecnología y las raíces vivas de México. El zapoteco o dixhsa, diza, ditsa, según la variante no es solo un idioma; es una forma de mirar el mundo, de celebrar la vida y de desafiar el olvido. La colaboración entre comunidades zapotecas de Oaxaca, el profesor Ambrocio Gutiérrez Lorenzo y la Fundación Lenovo, bajo la dirección de Motorola, ha dado como fruto un teclado que representa cinco variantes de esta lengua milenaria.
Cada carácter, cada acento y cada mapeo fueron definidos en talleres con hablantes nativos, asegurando que la digitalización no fuera una imposición, sino un acto de respeto y representación genuina. Esta es la primera vez que las formas escritas del zapoteco llegan a la palma de la mano, abriendo un nuevo capítulo para su revitalización.
Pero el teclado zapoteco no es solo un logro técnico. Es un puente intergeneracional, una herramienta que desafía la homogeneidad digital y reivindica la pluralidad. En un entorno donde la uniformidad parece ser la norma, iniciativas como esta demuestran que la verdadera innovación es la que reconoce, respeta y potencia las diferencias. Motorola, en su cruzada global por la inclusión, ha abierto el código de más de un millón de palabras traducidas a lenguas indígenas, permitiendo que otras empresas sigan el camino y amplíen el impacto de esta revolución silenciosa.
La experiencia zapoteca no se detiene en el teclado. “Za lade ridxi” (“Nubes entre las voces”), un art film dirigido por Cassandra Casasola y musicalizado por Mare Advertencia y Alan Ortíz-Grande, es un homenaje audiovisual a la vitalidad de esta lengua. El poema “Cayaba Nisaguie” de Irma Pineda, premiada escritora y defensora de los derechos lingüísticos, dialoga con la música y las imágenes para recordarnos que el zapoteco no es una reliquia, sino una fuerza viva, capaz de reinventarse y desafiar etiquetas. En este film, la tradición y la rebeldía se encuentran, demostrando que la lengua zapoteca puede habitar tanto los rituales ancestrales como los muros urbanos y las playlists contemporáneas.

La disponibilidad del teclado zapoteco para dispositivos Android (Android 13 en adelante) marca un antes y un después. Cualquier usuario puede descargarlo desde Google Play Store y explorar las cinco variantes que lo componen, abriendo la puerta a una experiencia digital profundamente arraigada en la diversidad. La configuración es sencilla, pero el impacto es profundo: cada mensaje escrito en zapoteco es un acto de resistencia, un recordatorio de que la tecnología puede ser aliada de la memoria y la identidad.