Cuando un hombre viaja, su check-in también es mental: cruza una puerta y decide en quién quiere convertirse esa noche.
La hospitalidad, la buena no es un set de amenities; es una ingeniería invisible que te hace sentir dueño de tu trayecto. En ese tablero global, un hito revela el tamaño del juego: una cadena hotelera superó el millón de habitaciones abiertas en el mundo. El dato impresiona, pero lo que en verdad importa es lo que significa para ti, para la experiencia, para el estilo, para el tiempo cada vez que ruedas una maleta sobre mármol.
La industria vive una expansión sólida. La compañía detrás del récord abrió un número histórico de cuartos en la primera mitad de 2025 y encadena un portafolio con 20 marcas en más de 100 países, alimentado por un ecosistema de lealtad y tecnología que ajusta la experiencia a escala. En otras palabras: músculo operativo con cerebro digital para que el viaje funcione a la primera.
¿Quién está cruzando esa meta? IHG Hotels & Resorts. El logro no es menor: se suma al club más exclusivo del sector al rebasar el millón de habitaciones abiertas a nivel global, un terreno hasta ahora dominado por Marriott y Hilton. Traducido: tres gigantes definen la arquitectura de la hospitalidad moderna; la competencia es feroz, la vara de calidad sube. Más allá del número, hay narrativa. La empresa subraya que este hito representa “los momentos que importan”: bodas, ascensos, reuniones que cambian carreras, brindis con amigos. Detrás hay 6,700+ hoteles que operan como escenarios donde ocurren historias que sí cuentan. Su motor: un programa de lealtad con 145 millones de miembros y una suite tecnológica que hace que la estancia sea menos trámite y más precisión. Aquí el tamaño no es ornamental: se usa para orquestar experiencias consistentes.
En el mapa, América Latina y el Caribe pisan fuerte. La marca afianza presencia con aperturas y firmas que consolidan a la región como pilar de crecimiento: México, Perú y República Dominicana encabezan los destinos que más se mueven. Para el viajero que combina negocios y placer, eso se traduce en nuevas rutas, mejores tarifas dinámicas y propuestas con identidad local, no clones internacionales. La foto de producto (la que sí importa) se entiende con ejemplos recientes. Kimpton Mas Olas Resort & Spa en Todos Santos encapsula el eco-lujo bajacaliforniano: 103 habitaciones y 12 villas frente al mar con plunge pools privadas, un spa de 2,300 m² y cocina anclada en ingredientes locales. Es retiro, pero con carácter; un destino que favorece la introspección sin renunciar al placer.

En Asia, Holiday Inn Kyoto Gojo marca el regreso de la marca a Kioto medio siglo después de su debut ahí: 183 habitaciones, baño público japonés con vistas a la ciudad y el programa Kids Stay & Eat Free que sigue siendo un imán para quienes viajan con familia sin sacrificar diseño ni comodidad. Un clásico replanteado con mirada 2025.
En el Mediterráneo, voco Malta apuesta por el hedonismo inteligente: terraza de 1,300 m², rooftop con alberca climatizada y gastronomía en Lumi, a pasos de la bahía de St. George; hospitalidad responsable, sin regaños, solo decisiones de diseño que hacen la estancia más ligera.
Y en China, Hotel Indigo Hainan Clear Water Bay diseña un manifiesto sensorial con 174 habitaciones inspiradas en la herencia marítima Tanka: tonos perlados, texturas onduladas y una propuesta culinaria maridada con la Neighborhood Craft Beer que ancla la experiencia al barrio no a una postal genérica.

Detrás del crecimiento hay método. La compañía abrió más de 31,000 cuartos y 207 hoteles solo en el primer semestre de 2025, y mantiene un pipeline superior a 2,200 propiedades. En términos de negocio: ritmo, diversificación y disciplina para entrar en mercados de alto crecimiento sin perder control operativo. En términos de viajero: más ubicaciones correctas en las fechas correctas y menos “no hay disponibilidad” a último minuto.
También hay una lectura crítica necesaria. El reto de cualquier mega-cadena es no aplanar la identidad local en nombre de la eficiencia. Por eso conviene mirar cómo materializan la promesa: check-ins fluidos, sin frialdad, habitaciones pensadas para trabajar y desconectar de verdad, F&B que habla el idioma del barrio, y beneficios de lealtad que sí se sienten (upgrades claros, late check-out sin letra chiquita). Cuando IHG Hotels & Resorts equilibra escala con alma, gana el huésped y gana la ciudad que lo recibe.
