Tokio no es solo una ciudad; es un sistema nervioso creativo donde cada silueta vibra distinto. En ese pulso, Rakuten Fashion Week Tokyo se convirtió en un espejo incómodo y brillante para Latinoamérica: dos voces mexicanas, con visiones opuestas y complementarias, irrumpieron con propuestas que hablan de presente, memoria y futuro. No se trató de “aparecer en la agenda”, sino de marcar conversación en una capital que rara vez se sorprende. El resultado: NO NAME y Salim anclaron la bandera de México y LATAM en un escenario que exige claridad de discurso, excelencia técnica y una identidad que aguante el zoom.
En su Colección 19, NO NAME utiliza el aniversario como coartada para depurar su gramática. La cápsula incluye 15 siluetas que no buscan nostalgia, sino vigencia: streetwear con ADN pop que entiende el archivo como combustible, no como ancla. Hay sublimados que dialogan con gráfica de culto, mezclillas de algodón grabadas en láser que afinan textura y volumen, rafia para crear ritmos táctiles, mezclillas serigrafiadas que sostienen el gesto urbano y piel vegana que no pretende “imitar” sino tensionar el lujo responsable. Nada grita; todo modula.
Tokio fue el lugar correcto para exhibir ese ajuste fino. En una pasarela históricamente sensible a la identidad visual y a la innovación de procesos, NO NAME mostró por qué su conversación lleva diez años creciendo: controla el color como una herramienta de lectura, fragmenta la silueta para favorecer movimiento y resuelve capas que funcionan en calle y cámara. Más que “un festejo”, es la confirmación de que el streetwear mexicano ya opera con criterio global.




Del otro lado del espectro, Salim construyó una narrativa donde la estética no “adorna” ideas: las dramatiza. La colección parte de la metáfora asiática del Hanahaki (amor no correspondido que germina dolor) y la convierte en pregunta dura: si la Tierra pudiera devolver el desdén, ¿resistiríamos? En la pasarela, eso se traduce en futurismo de superficies tensas, ecobrutalismo que confronta materiales, guiños al body horror que retan la comodidad del espectador y un romanticismo oscuro que tiñe el conjunto de belleza incómoda.
Lo relevante no es solo la forma; es el método. 85% de materiales suprareciclados, termoformado de PET, impresión 3D y látex experimental convierten la colección en prototipo funcional de un sistema de producción que mira más allá del ciclo tradicional. La colaboración con LASEM (laboratorio farmacéutico transhumanista) sella el manifiesto: moda y ciencia trabajando como un mismo músculo. En escena, el calzado de Battassi Design Studio, los visuales de Facy Sedated y el diseño sonoro de Luis Bolívar completan una experiencia inmersiva que no busca agradar, sino sacudir.
La presencia conjunta de NO NAME y Salim no es un “momento viral”; es síntoma de una madurez que llevaba años gestándose. Por un lado, un streetwear con raíces culturales que entiende el archivo como lenguaje vivo. Por el otro, un fashiontech distópico que empuja materiales, ritmos y ética de producción. En Tokio, esas dos apuestas no compiten: se amplifican. Funcionan como binomio que explica el carácter de la moda mexicana contemporánea: híbrida, rigurosa, emocional y exportable sin traducción.




También hay un ángulo duro que importa mencionar: industria. La moda en México genera empleos, exporta talento y redefine percepciones. Cuando una semana como Rakuten valida a dos propuestas tan distintas, lo que se consolida es un posicionamiento: México y LATAM no llegan “a aprender” ni “a imitar,” llegan a sumar criterio al discurso internacional. NO NAME afina disciplina de producto; Salim empuja límites de proceso. Ambos entienden que la identidad no se explica, se demuestra.