849 Testarossa: vértigo controlado, herencia encendida

Hay máquinas que no necesitan levantar la voz para dominar la habitación. Basta el pulso de un V8 biturbo que respira como atleta olímpico y la precisión de una arquitectura híbrida enchufable para entender que el alto rendimiento ya no es un capricho, sino un estándar.

En esa frontera donde la ingeniería conversa con el diseño y la aerodinámica dicta la silueta, aparece 849 Testarossa: una berlinetta híbrida que no solo corre, sino que compone un discurso claro sobre cómo debe sentirse la velocidad en 2025. No hay nostalgia vacía ni futurismo gratuito: hay tecnología puesta al servicio de la emoción.

El corazón del 849 Testarossa combina un V8 biturbo central-trasero de 830 CV con tres motores eléctricos que añaden 220 CV para un total de 1 050 CV. La cifra es brutal, sí, pero el truco está en cómo se entrega: el RAC-e en el eje delantero aporta tracción total bajo demanda y torque vectoring, mientras un MGU-K trasero, heredado del espíritu competitivo, se ocupa de convertir energía en empuje utilizable sin picos histéricos. La batería de 7.45 kWh permite 25 km en modo eDrive, útil en ciudad o para salir de madrugada sin despertar al vecindario.

El bloque térmico ha sido rediseñado en profundidad: turbocompresor más grande con cojinetes de baja fricción, colectores de Inconel y aligeramientos selectivos que mejoran la relación peso/potencia.

La forma no es capricho; es consecuencia. Con 415 kg de carga a 250 km/h y una mejora del 15 % en refrigeración, la carrocería trabaja como un alerón de múltiples actos: splitter de mayor presencia, generadores de vórtices, pasos de rueda que doman la estela y un alerón activo capaz de pasar de Low Drag a High Downforce en menos de un segundo. Menos resistencia cuando conviene, más apoyo cuando hace falta.

El 0-100 km/h en < 2.3 s impresiona. Pero el 100-0 km/h en 28.5 m dice aún más de su carácter. Brake-by-wire refinado, ABS Evo y el nuevo FIVE (Integrated Vehicle Estimator) crean un gemelo digital del auto para estimar velocidad y ángulos con una precisión obsesiva. Tradúzcalo así: modulabilidad de pedal más limpia, frenadas repetibles y estabilidad cuando la pista se abomba o la adherencia cambia. La física obedece.

La puesta a punto del timbre del V8 respeta los armónicos nobles, aumenta presencia en bajas y medias, y estira hasta 8 300 rpm con un agudo que no se confunde. La lógica de cambio inspirada en programas de pista acentúa cada subida de marcha con micro-cortes que se sienten en el esternón. Esto no es exageración: es diseño acústico. Y sí, el silencio existe cuando activas eDrive, pero el 849 no fue creado para susurrar durante mucho tiempo.

Respecto al SF90, mejora la aceleración longitudinal en tercera, aumenta el rendimiento lateral un 3 % y reduce el gradiente de balanceo un 10 %. Los muelles más ligeros, neumáticos específicos (Michelin Cup2/Cup2R, Pirelli P Zero R, Bridgestone Potenza Sport), y una calibración de amortiguadores pensada para carretera y track-day logran lo que importa: alta performance accesible. No exige currículum de piloto; te enseña a ir rápido con elegancia.

La lectura formal es clara: líneas tensas, laterales que funcionan como conductos aerodinámicos y una zaga con doble cola que rinde tributo a prototipos setenteros. El frontal trabaja con una banda horizontal que ensancha la mirada y ordena los volúmenes; abajo, la zona técnica respira y enfría. Nada sobra. Cada arista responde a un flujo. Cada hueco, a una necesidad térmica. La estética es consecuencia de la ingeniería, y por eso envejece mejor.

Cabina envolvente sin barroquismo. Volante con mandos mecánicos de tacto real, HMI simplificada y conectividad contemporánea discreta. El eManettino resuelve con lógica los modos eDrive, Hybrid, Performance y Qualify; lo importante siempre está a mano, no escondido en submenús interminables. Asientos Confort o Racing en fibra de carbono, túnel central racionalizado y una sensación general de herramienta fina más que de gadget vistoso. Para quienes viven entre apex y pianos, el Assetto Fiorano aligera cerca de 30 kg con carbono y titanio, añade suspensiones Multimatic, aerodinámica más agresiva y llantas de fibra. En suma: más feedback, más estabilidad a altas y menos fatiga cuando el ritmo sube. No es postureo; es tiempo ganado donde se cronometra de verdad.

Uso de aleaciones secundarias de aluminio que reducen hasta 0.4 t de CO₂ equivalentes por unidad. No hace al 849 un auto “verde”, pero sí un deportivo contemporáneo responsable con su propio impacto. Avances reales, no greenwashing. Aquí la mención es obligada: en la línea de Maranello, 849 Testarossa honra un apellido que nació en los cincuenta y sedujo a toda una generación en los ochenta, pero lo hace sin cosplay. Recupera el nombre, no el look. Recupera la actitud: competir con uno mismo. Y sí, Ferrari vuelve a recordarnos que la herencia sirve de algo cuando se usa como plataforma de lanzamiento, no como ancla.

El 849 Testarossa es velocidad con criterio: potencia inédita en la gama, aerodinámica que trabaja, freno que enseña, sonido que emociona y un diseño con disciplina. No pretende gustar a todos; pretende sentir auténtico en un mundo saturado de promesas digitales.

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