La moda masculina vive un momento incómodo y fascinante: el límite entre sastrería y espectáculo se borró, pero el deseo de exactitud sigue ahí, latente, como un corte limpio bajo capas de drama.
Primavera/Verano 2026 regresa a esa energía editorial de estudio, luz frontal implacable, poses que exigen carácter. No se trata de nostalgia por sí misma, sino de cómo darle hambre al ojo otra vez: volumen, textura, y una lectura de la masculinidad que no pide permiso.
La colección abre una conversación muy puntual sobre el maximalismo con propósito. No todo “más” es mejor; el truco es dónde ponerlo: hombros que levantan la silueta, encaje en primarios intensos para cortar la solemnidad del traje, animal print que destapa humor y peligro, y una decoración que no es adorno, es arquitectura. Ese diálogo entre exceso y control es el hilo conductor de SS26 según las coberturas de temporada.




La propuesta empuja el “power clashing” a un registro de precisión: camisas de encaje en colores saturados sobre la sobriedad de la sastrería neutra; un blazer marino con ajustes atléticos; shorts de denim deshilachado sobre mallas felinas; pana y popelina “deneutralizadas” por texturas vivas y acabados desgastados. Aquí el choque de códigos no queda en performance: ordena el volumen y le da tensión al look. La casa toma recursos de workwear y los lleva al foco: pantalones doble rodilla “pixelados” con cristales, overshirts de canvas, parkas camuflaje y trucker jackets que balancean lo transparente y lo ceñido. El resultado es una silueta atlética que no renuncia al rigor del fit.
En un juego de auto-referencialidad, el icónico sello ICON muta a ICONique: camisetas coleccionables con gráficos de piezas de archivo (hebillas statement, trucker hats, tacones glam) y un nuevo logotipo que marca sudaderas, shorts y bodys híbridos. No es memorabilia; es lenguaje de marca convertido en uniforme cotidiano. Los accesorios no “decoran” la silueta, la construyen: joyería abultada que eleva hombros y jerarquiza el torso; tank tops con tirantes tipo mochila donde cuelgan charms y el DC 642, sneaker con guiño vintage que encaja en el relato de exageración calculada; cinturón cargo militar para anclar proporciones; diálogo entre trucker cap y beret que abre el espectro de masculinidades sin moralina.

La presentación fotográfica se alinea a un linaje clásico de moda: estudio minimal, energía sobredimensionada, modelo que “actúa” la ropa con claridad escénica. No se busca el backstage romántico, sino el retrato que fija códigos y deja poco margen a la ambigüedad. Es una forma de decir: si la ropa ya grita, la cámara debe escuchar con precisión.
Más allá del show visual, hay material accionable: trajes con hombro marcado que siguen siendo oficinas-compatibles si se “apagan” con camisa lisa; denim con decoración enfocada en una sola zona para evitar el disfraz; prints animales confinados a capas interiores para asomar solo cuando conviene. La clave para aterrizar SS26 al día a día: uno o dos gestos fuertes por look, no todos a la vez.




El clima general SS26 validó el retorno al “exceso con método”: colecciones mostradas como lookbooks o presentaciones íntimas, pero con ideas amplificadas que recuerdan el poder de la edición visual y el relato de temporada. En ese marco, la firma refuerza su ADN de contraste: sensualidad directa vs. utilidad, ironía vs. rigor técnico, archivo vs. presente.
