La forma más nueva de sexo sigiloso que practican los hombres heterosexuales se está volviendo tendencia en esta cuarentena. El “bud sex” es un juego sencillo el cual tiene sus propias reglas: no hay apego, no se intercambian besos profundos y las caricias se notan por su ausencia. La tendencia ha generado polémica entre el colectivo LGBT+, quienes ven esta forma de vivir la sexualidad como una actitud hipócrita de quienes no se atreven a asumir su vida sexual libremente. “Bud sex significa rechazar tu verdadera orientación sexual”, han comentado algunos de los integrantes de la comunidad en redes. Sin embargo, quienes lo practican insisten en que no se consideran bisexuales, homosexuales o en búsqueda de su verdadera sexualidad. Entre ellos, hay muchos padres y parejas casadas que buscan un alivio sexual, según la investigadora de la Universidad de Chicago Jane Ward, pionera en la teoría de este comportamiento.
El “Bud Sex” también es común en contextos exclusivamente masculinos, por ejemplo, en las cárceles, como refleja el cubano Carlos Montenegro en su novela “Hombres sin mujer”, cuyos protagonistas son militares y sacerdotes que en privado se divierten con los hombres y posteriormente muestran su homofobia en público.
Un artículo del sociólogo Tony Silva, profesor de la Universidad de Oregon, analizó el sexo entre un grupo de hombres blancos en áreas rurales de Missouri, Illinois, Oregon, Washington o Idaho, lugares conocidos por su ideología conservadora. Todos se definían a sí mismos como heterosexuales, pero la mayoría tenía sexo con sus propios compañeros de dicho estudio. El objetivo de Silva fue estudiar este fenómeno considerando los factores que finalmente definen la identidad sexual, tales como: el contexto social, el momento histórico, la cultura o la forma personal de interpretar una práctica sexual.
Sexualidad sin etiquetas
Sus observaciones le han llevado a definir el “bud sex” como aquellas relaciones en las que el factor romántico está exento y los participantes interpretan como “ayuda sexual para un amigo”. Estos encuentros son secretos y no tienen conexión con ideas como la feminidad u homosexualidad. Por una interpretación compleja, los participantes tienen relaciones sexuales con hombres, lo que generalmente es incompatible con la heterosexualidad o el concepto tradicional de masculinidad.
Jane Ward, profesora de estudios de género y sexualidad en la Universidad de California, utiliza varias explicaciones de esta “tendencia” en su libro, “Not Gay: Sex Between Straight White Men”. Uno de ellos es que la prohibición católica del uso de condones en el siglo XX provocó frecuentes visitas de los heterosexuales a los baños públicos, donde estos encuentros se convertirían en una práctica popular.