¿Qué es la hipermasculinidad y por qué es tan importante hablar de ella?

Desde el primer instante que nacemos, la sociedad nos “asigna ciertos roles” basándolos en nuestro género y de alguna u otra manera, eso ha determinado nuestro comportamiento por décadas. Desde el primer momento se espera que nuestra conducta siga esas pautas y se naturalizan estereotipos que no van de acuerdo con nuestra biología, lo que reduce nuestra libertad de género, nuestro comportamiento natural, pero sobre todo reduce nuestra libertad de expresión.

La “hipermasculinidad” es una construcción social que ha llevado al punto máximo la idea de lo que significa “ser hombre”. Esta asocia al hombre con la potencia sexual, la eficacia, la fuerza y el poder, pero… ¿Qué implica esto para los hombres? ¿Qué sucede para aquellos hombres que no encajan en estos estereotipos?

Llorar es de mariquitas

En la mayoría de los casos no son los propios hombres quienes deciden, de forma voluntaria, adquirir este papel, sino que, desde niños, se les enseña a través de la sociedad cosas tales como que “los niños no lloran” o “llorar es de mariquitas”. Todos hemos escuchado como a algún niño le han dicho alguna vez “tienes que ser fuerte”, “sé un hombre de verdad” o “pegas como una niña”. Estos comentarios, aparentemente inofensivos, fuerzan al niño a cohibir toda aquella emoción que se podría considerar como endeble y lo orillan adoptar una actitud ruda, despiadada e, incluso a veces, agresiva que, más tarde, lo acompañará en su vida adulta y en sus relaciones personales.

Sin contar el lugar donde esto deja a la mujer (la masculinidad se define opuesta con la feminidad y todos los estereotipos igualmente tóxicos que afectan a la mujer: el hombre impone su masculinidad), la hipermasculinidad también afecta al hombre y es venenosa para él. ¿Cómo? Presionándolo y haciéndole creer que de alguna manera es menos hombre cuando llora, cuando duda, cuando no es fuerte, cuando no tiene poder. Pero, ¿qué significa ser hombre?

Fotografía: Abel Anaya / Camisa: Bryan Phandanouvong

Ser hombre es saberse hombre

Ser hombre no obliga a todas las acciones típicamente asociadas con ese género. Para ser hombre, basta con identificarse como tal. La hipermasculinidad ejerce una enorme presión sobre todos aquellos hombres que no se ajustan a esta definición construida de masculinidad y, a veces, incluso provoca una baja autoestima, que puede conducir a enfermedades como la depresión o trastornos alimenticios.

Al hombre se le hace creer que su hombría está en duda porque no comparte ciertos rasgos, se le otorga un título de “menos hombre”. Hay un sentimiento de no pertenencia, de exclusión, que a veces puede incluso separar al hombre de su grupo social y familiar.

Fotografía: Abel Anaya

La hipermasculinidad es un problema que nos afecta a todos

Este término relativamente nuevo ha empezado a volverse popular y debemos de aprovechar en que no se impregne más en nuestra sociedad, necesitamos hacer un cambio. Como sociedad, es nuestra misión descartar este concepto (así como el de hiperfeminidad) y quitar esa carga que llevan tantos hombres, mitigando así la presión que se lleva a cabo tanto a hombres como a mujeres.

Una vez quitada este bloqueo, independientemente del género de la persona, podemos comenzar la reeducación, desnaturalizar los comportamientos previamente asociados con nosotros y solo adoptar aquellos comportamientos que nacieron con nosotros.

Fotografía: Abel Anaya / Camisa: Original Penguin
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