El legado es el modus operandi de Maximilian Davis en Ferragamo. Cuando el diseñador mancunio-trinitense fue nombrado director creativo de la marca en marzo, habló de una afinidad por sus códigos de artesanía tradicional italiana, de construir sobre una herencia rica y profunda que abarca 95 años, pero también de innovar esa historia para mantener con el mundo moderno.
Para su colección debut, el diseñador habló sobre querer “rendir homenaje a los comienzos de Salvatore trayendo la cultura de Hollywood, pero el nuevo Hollywood”, enamorado tanto por su facilidad como por su sensualidad, “su atardecer y su amanecer”. Esto significaba que el glamour estaba en el menú, y en abundancia también, comenzando con ropa formal en tonos camel, abrigos de segunda piel y sus enormes puños que combinaban con blazers de cintura estrecha y pantalones holgados. Pudimos encontrar minifaldas con bolsillos ribeteados, chaquetas cruzadas y bolsos de mano negro azabache en charol chirriante.
Los pantalones cortos de cuero destinados a un crucero por el Christopher Street Pier en la década de 1980 en Nueva York fueron los siguientes, rebosantes de sutileza sexual, y luego, audaces trajes de morfología simulada, con detalles rojos definidos que resaltan las curvas de las cinturas y las perneras de los pantalones. Entre este espectáculo de vestidos glamorosos y sus capas ondulantes, de corpiños abiertos empalmados y mallas con pedrería, Davis también sumergió los dedos de los pies en ropa deportiva; en bolsas con cordón que cuelgan del cuerpo y cierres de palanca holgados en equipos de escalada livianos.
¿Y qué hay de las sudaderas con capucha con aberturas en los pechos, que se funden del rojo al negro, las sencillas blusas cortas blancas o las camisetas sin mangas asimétricas transparentes, que sangran del naranja al rojo y al azul mientras hacen un guiño a los ricos sangrados celestes de la serie Sunset de Rachel Harrison?
Estos son símbolos de un nuevo amanecer, el nuevo amanecer de Davis, y se ve brillante.
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