El sexo y la moda venden, pero es cierto que este reclamo se ha intensificado con el uso de conceptos eróticos en campañas y colecciones. ¿Será cierto que la moda necesita del sexo para llegar a las masas?
«Todo hombre debería ser penetrado alguna vez» así relataba el diseñador Tom Ford en una entrevista, frase polémica que le ha perseguido hasta nuestros días. Pero, ¿le falta razón? Pues no, pero también nos deja algo claro: la moda y el sexo venden. El propio estadounidense fue uno de los grandes precursores del porno chic en los años noventa. Sin olvidarnos, por supuesto, de la exdirectora de Vogue París, Carine Roitfield. Ella misma ha sido todo un icono del erotismo y así lo ha dejado claro en múltiples ocasiones: “Me veo un poco rockera por mis ojos negros, mi ropa negra y porque soy bastante delgada”.
Pero, ¿realmente el sexo y la moda van de la mano? El sexo es apetecible al igual que la moda, son reclamos que todos deseamos y se convierten en grandes anhelos para una sociedad consumista que solo quiere más y más. No podemos olvidar que muchos creativos se han inspirado de múltiples variedades dentro del sexo, como es el caso de Gianni Versace con prendas fetichistas, cuero, arneses y látex en diseños que llevaron las grandes diosas del Olimpo de las pasarelas.
Incluso campañas de moda han tenido como su máximo imperante el acto sexual, pero sobre todo la dominación del hombre sobre la mujer. Algo que a muchos les repugna y a otros les despierta su apetito más salvaje. Un ejemplo que todos recordaremos es la campaña de Dolce & Gabbana primavera – verano 2007. ¿Violación grupal u orgía?
El pubis de Carmen Kass para Gucci o los cuerpos desnudos de Abercrombie & Fitch
Otra imagen, que jamás olvidaremos es la del pubis rasurado con la famosa ‘G’ de Gucci en la top model Carmen Kass, una idea ingeniosa del maestro Mario Testino. Aquí nos encontramos claramente la atracción del cuerpo femenino del hombre. Toda una admiración a la belleza de la perfección de la mujer. Incluso, la icónica empresaria de moda, Fern Mallis dijo: “Tom Ford entendió mejor que nadie que el sexo vende”.
¿Acaso no es digno de mencionar el caso ‘Abercrombie & Fitch’? Recuerdo como servidor siendo preadolescente esas tiendas donde el cuerpo escultural del hombre se trataba como al del mismísimo Adonis. El centro de Abercrombie se basaba en unos abdominales perfectos, modelos con una altura digna de cualquier pasarela y un perfume amaderado muy sexi que siempre quise tener. El entorno era como una película porno de los noventa con poca iluminación y con ropa muy básica que te hacía pensar en sexo.
Entre lo homoerótico y la pornografía
Muchos otros diseñadores como Calvin Klein jugaron con esa doble moral del sexo, sobre todo con figuras masculinas como Justin Bieber, el modelo brasileño Tom Hintaus o Mark Wahlberg con Kate Moss. Otros prefirieron usar el sexo en un tono más dark, concepto que abordaba Alexander McQueen. Múltiples desfiles tuvieron esta tónica, pero el que siempre quedó grabado en mí, fue “Violación en las Tierras Altas”, una crónica de las violaciones de Inglaterra a Escocia presentada en la primavera – verano de 1995.
Dsquared2, por ejemplo, ha sabido jugar con el sexo y el erotismo durante toda la vida de la firma. Desde chicos en actitud homoeróticas en la playa o su inspiración en la industria de la pornografía. No duda en jugar con la fina línea de la identidad sexual de cada individuo, y lo hace con maestría, cosechando todo tipo de éxitos y con un casting repleto de los mejores modelos masculinos de la actualidad.
Y por supuesto, no podemos olvidar diseñadores como Palomo Spain, Alled-Martinez, EMEERREE, AITOR GOIKOETXEA o MANS, algunas de las firmas españolas que han cautivado con diseños masculinos con ese punto sexy-chic que se combina con elegancia para cautivar a una clientela exigente que busca el savoir faire perfecto, pero también una historia detrás de cada prenda.
Por lo que sí, tras este repaso de diseñadores, colecciones y campañas, afirmemos sin miedo que el sexo vende, porque consumir moda es como eyacular después de una noche desenfrenada, donde ni existe la pena ni el remordimiento, ¿no crees?