El inicio de septiembre no solo marca el regreso a la rutina para muchos, sino también el comienzo de una temporada que, para los amantes de la gastronomía mexicana, significa una cosa: la llegada de los chiles en nogada.
Este platillo icónico, que trasciende generaciones y fronteras, es el epítome de la cultura culinaria mexicana, una combinación magistral de historia, sabor y simbolismo que se convierte en el protagonista indiscutible de las mesas mexicanas en estos meses. Pero en medio de la vasta oferta gastronómica que emerge cada año, hay propuestas que, sin duda, destacan por su innovación y autenticidad. Este es el caso de los chiles en nogada de la chef Gaby Ruiz, cuya reinterpretación de esta tradición nos invita a redescubrir un clásico bajo una luz diferente y exquisita.
Los chiles en nogada son mucho más que un platillo; son una declaración cultural, una celebración del orgullo mexicano que refleja los colores de la bandera y la rica herencia de la cocina poblana. El chile poblano, con su sabor profundo y ligeramente picante, es el lienzo perfecto para el relleno de picadillo y frutas secas, que no solo aporta una complejidad de texturas, sino que también encierra siglos de historia y tradición. La nogada, esa cremosa salsa de nuez de Castilla, es el toque final que convierte a este platillo en un manjar digno de la realeza, embellecido por la frescura del perejil y la vibrante dulzura de la granada.
Sin embargo, cuando la tradición se encuentra con la creatividad y la maestría culinaria, nacen propuestas que no solo respetan la esencia de lo clásico, sino que también elevan la experiencia a un nivel completamente nuevo. Este es el caso de los chiles en nogada de la chef Gaby Ruiz en Legado. En un mundo donde la gastronomía se reinventa constantemente, Gaby Ruiz ha logrado algo extraordinario: reinterpretar un platillo venerado sin despojarlo de su alma, sino enriqueciéndolo con una perspectiva fresca y contemporánea.
El secreto de su éxito radica en la meticulosa selección de ingredientes y en un proceso culinario que roza lo artesanal. La chef Ruiz apuesta por un short rib cocinado durante 12 horas, que se mezcla con carnes de cerdo y res, creando un guisado de textura aterciopelada y sabor profundo. A esto se le suman frutas como la manzana, la pera y el durazno, que aportan un dulzor natural y equilibrado.
La nogada, lejos de ser una simple cobertura, es una oda a la sofisticación, elaborada a base de queso de cabra y queso de aro, con una mezcla de nuez y almendra que le otorgan una ligereza que contrasta de manera sublime con la riqueza del relleno.
El resultado es un platillo que no solo celebra la tradición, sino que también la reinterpreta con una sofisticación moderna, respetando sus raíces mientras se atreve a explorar nuevas dimensiones de sabor.
Pero la experiencia no estaría completa sin el maridaje perfecto, y en este caso, el Monte Xanic Rosé es la elección indiscutible. Sus notas de fresas, frambuesas, y cítricos como el limón y el pomelo, junto con toques de durazno, complementan a la perfección la complejidad de los chiles en nogada, creando una sinfonía de sabores que deleitará incluso a los paladares más exigentes.