En un mundo obsesionado con la novedad efímera, existen objetos que trascienden las modas pasajeras. Son piezas forjadas con un propósito claro, cuya funcionalidad y estética las convierten en referentes atemporales.
Hablamos de esos diseños que, nacidos en una era distinta, siguen resonando con fuerza en la muñeca del hombre contemporáneo. Son más que simples accesorios; son fragmentos de historia, testimonios de una ingeniería precisa y una visión que perdura. Explorar su renacimiento no es solo mirar al pasado, sino entender cómo el verdadero estilo se adapta sin perder su esencia, proyectándose hacia el futuro con una confianza inquebrantable.
La narrativa de ciertos iconos relojeros comienza no en salones de diseño, sino en los escenarios más exigentes. Imaginemos la década de 1930: la aviación, aún joven y audaz, imponía retos inéditos. Las cabinas, espacios confinados y expuestos a condiciones extremas, demandaban herramientas de una fiabilidad absoluta. Para un piloto, cada segundo contaba, y la legibilidad bajo presión era vital. En este crisol de necesidad nació una solución ingeniosa: un reloj de pulsera robusto, con números arábigos de gran tamaño que destacaran sobre una carátula oscura, y una corona sobredimensionada, diseñada para ser manipulada incluso con guantes gruesos. Añadir una complicación de fecha, indicada por una distintiva manecilla central con punta de flecha, completó una fórmula de funcionalidad pura. Fue Oris quien, con visión pragmática, dio vida a este concepto en 1938, creando no solo un instrumento, sino el germen de una leyenda.

Lo que sus creadores quizás no anticiparon fue la longevidad de su creación. Aquel reloj, concebido como una herramienta de precisión para aviadores, demostró poseer un ADN estético tan fuerte que conquistó terreno mucho más allá de las cabinas. El Big Crown Pointer Date, como se le conocería, se arraigó en el imaginario colectivo, convirtiéndose en uno de los diseños más reconocibles y perdurables de la relojería suiza. Su producción ininterrumpida desde aquel año fundacional es un testimonio inusual en una industria a menudo volátil. Hoy, casi nueve décadas después, este reloj no es solo un pilar del catálogo de la marca; es un emblema de diseño que ha sabido dialogar con cada nueva generación, manteniendo intacta su alma funcionalista y su carisma inconfundible. Su permanencia no obedece a la nostalgia, sino a la vigencia de un diseño magistralmente concebido.
Este año, el icono no solo se recuerda, se revitaliza. La nueva colección del Big Crown Pointer Date es una demostración de cómo actualizar un clásico sin traicionar su espíritu. La introducción de colores audaces y contemporáneos —desde un cálido terracota y un verde bosque hasta vibrantes amarillo, lila o azul, e incluso un elegante beige texturizado— inyecta una vitalidad inesperada. Se juega con los tamaños, ofreciendo la robustez familiar de los 40.00 mm y sumando una versión más contenida y versátil de 34.00 mm, una clara señal de adaptación a sensibilidades diversas, sin perder el carácter masculino inherente al linaje. Esta renovación se extiende al corazón mecánico: algunas variantes laten al ritmo del avanzado Calibre 403, un movimiento automático desarrollado por Oris que presume de una reserva de marcha de cinco días, alta resistencia al magnetismo y una garantía extendida a 10 años, reflejando un compromiso con la durabilidad y el rendimiento excepcionales. Otras versiones confían en el probado Calibre 754 o en eficientes automáticos suizos, asegurando la integridad mecánica que define a la marca.



La evolución también se siente al tacto. El nuevo brazalete de acero inoxidable, con su diseño de eslabones en H que alternan acabados cepillados y pulidos, aporta una dimensión más deportiva y contemporánea. El cierre de mariposa, meticulosamente desarrollado por Oris, asegura una integración fluida y un confort ergonómico superior. Esta opción metálica convive con alternativas como las correas de piel de ciervo sostenible de Cervo Volante, que añaden un toque de calidez y conciencia ecológica. La inclusión de diamantes cultivados en laboratorio en una de las versiones de 34.00 mm es otro guiño a la modernidad responsable, abordando el lujo desde una perspectiva ética y actual. No se trata de una simple actualización estética; es una redefinición pensada para el hombre de hoy, que valora tanto la herencia como la innovación relevante, buscando piezas que se adapten a un estilo de vida dinámico y multifacético.
