Hay aniversarios que no se cuentan en años, sino en momentos. En sensaciones. En imágenes que se quedan atrapadas en la memoria colectiva como si siempre hubieran estado ahí.
Porque algunas marcas no solo visten cuerpos, también moldean épocas. Lo que empezó como una tienda discreta en A Coruña en 1975, hoy es un fenómeno global que ha redefinido la relación entre la moda y el deseo. Medio siglo después, el paisaje ha cambiado. Pero hay algo que permanece intacto: la fuerza de una buena imagen y el poder de una historia bien contada.
Hoy, más que hablar de una marca, hablamos de un legado. Y para celebrarlo, se han reunido 50 mujeres que, con sus rostros, cuerpos e identidades, han construido el imaginario visual de nuestra era. Lo hacen frente a la lente de un maestro: Steven Meisel. El resultado no es una campaña, ni una simple colección. Es una pieza de historia.
Steven Meisel no fotografía. Crea mitologías. Su cámara no captura, transforma. Y cuando se le da libertad total, como en esta ocasión, el resultado es mucho más que moda: es una declaración sobre el tiempo, el arte y la manera en que queremos ser recordados. En la producción que conmemora el 50 aniversario de Zara, Meisel convoca a 50 íconos de diferentes edades, razas, trayectorias que han definido los códigos de belleza y estilo en las últimas décadas. El número no es casual. Son 50 mujeres para 50 años. Cada una, una historia. Cada rostro, una página en el libro visual de la moda.



Lo que hace única esta propuesta no es solo su dimensión o ambición estética. Es la intimidad palpable entre el fotógrafo y sus modelos. Se nota el respeto, el afecto mutuo, la complicidad creativa. No se trata de poses congeladas ni de imágenes inalcanzables. Es una oda al vínculo que se forma entre creador y musa, un lenguaje compartido que trasciende las palabras. En una era saturada de filtros, ruido y algoritmos, este proyecto recuerda el poder del arte hecho con calma, con visión y con respeto por la historia.


El proyecto surge desde lo más alto del liderazgo creativo de Zara, de la mano de Marta Ortega Pérez. Hija del fundador Amancio Ortega y actual presidenta no ejecutiva de Inditex, Ortega ha demostrado que el legado no es una carga, sino un lienzo en blanco. Su relación personal con Meisel forjada en años de colaboración, no solo fortalece esta entrega, la nutre con autenticidad. Este no es un homenaje improvisado. Es una celebración cuidadosamente orquestada por alguien que entiende que la moda no es solo ropa, sino narrativa visual, cultura compartida y, en su forma más pura, una experiencia emocional.




La película, que se estrena el 9 de mayo de 2025, nos transporta a un universo monocromático de smokings, líneas precisas y elegancia sin fecha de caducidad. No es una reinterpretación de tendencias, es una reafirmación de que la moda atemporal cuando se ejecuta con excelencia nunca pasa de moda. Bajo el estilismo impecable de Karl Templer, el maquillaje de Pat McGrath y la peluquería de Guido Palau, el elenco se mueve al ritmo de I Feel Love de Donna Summer. No es solo una canción, es un manifiesto sonoro sobre deseo, libertad y futuro. El pasado se convierte en presente. Y lo clásico se torna radical.
Entre las 50 modelos encontramos leyendas vivientes como Naomi Campbell, Cindy Crawford, Christy Turlington y Linda Evangelista, junto a nombres que marcan el ahora: Paloma Elsesser, Mona Tougaard, Vittoria Ceretti. Juntas, representan la evolución de los cánones estéticos, desde la perfección inalcanzable de los noventa hasta la autenticidad diversa del presente. Aquí no hay nostalgia, hay continuidad. Una línea invisible que une generaciones de mujeres fuertes, visibles y complejas.

Zara no solo celebra su aniversario. Invita al público a formar parte de algo más grande. Porque al final, la moda no es un pedestal, es un espejo. Y este homenaje visual nos devuelve la mirada con fuerza, elegancia y una claridad inusual. No se trata de vender una prenda, sino de reafirmar una visión: que la moda puede seguir siendo poderosa, emocionante y profundamente humana.
En tiempos donde todo parece efímero y desechable, 50 Years, 50 Icons es un recordatorio de lo que realmente importa: las imágenes que nos conmueven, los vínculos que perduran, y la belleza que no pide permiso para existir. Esta producción es una carta de amor a la moda entendida como arte, como historia compartida. Una cápsula del tiempo que no solo mira hacia atrás, sino que proyecta hacia el futuro.