No solo vimos, sentimos: la inmersión total que marcó la pauta en diseño

En el epicentro del diseño global, donde la vanguardia colisiona con la tradición, Milán se transforma cada año en un lienzo de posibilidades. Pero en esta edición de la Milan Design Week, una experiencia particular no solo capturó miradas, sino que literalmente detuvo el tiempo. Imagina cruzar un umbral y no solo entrar a un espacio, sino a una era distinta; un viaje sensorial que desdibuja las líneas entre pasado, presente y futuro, orquestado para explorar la esencia misma de la evolución en el diseño de lujo. Una narrativa poderosa contada no con palabras, sino con formas, texturas, aromas y sonidos.

La instalación “Futurespective: Connected Worlds”, presentada en el imponente marco del Palazzo Belgioioso del siglo XVIII, emerge como un testimonio audaz. Fruto de la colaboración entre una icónica casa automotriz británica, reconocida por su linaje en el lujo todoterreno, y el innovador estudio de diseño californiano NUOVA, la propuesta fue clara: crear un diálogo tangible entre dos momentos cruciales en el tiempo. No se trató simplemente de mostrar objetos, sino de construir mundos conectados, portales que transportaban al visitante desde los albores de una leyenda en 1970 hasta la sofisticada modernidad del 2025. Esta inmersión multisensorial, afinada hasta el último detalle, buscaba redefinir la manera en que percibimos la herencia y la progresión en el universo del diseño masculino de alta gama.

El viaje comenzaba transformando la histórica Piazza Belgioioso. Un monolito imponente de 25 metros, sellado con un emblema dorado familiar, marcaba la entrada a esta cápsula temporal. El primer destino: 1970. El ambiente, inspirado en una concesionaria de la época, envolvía al visitante en una nostalgia cuidadosamente curada. Paneles de madera, tonalidades cálidas, texturas ricas y mobiliario diseñado a medida por NUOVA un sofá rojo oxblood, una mesa circular de mármol Carrara creaban el escenario perfecto. En el centro, la pieza clave: el “YVB 151H”, el primer vehículo de preproducción del Range Rover clásico, anterior incluso a su lanzamiento oficial, presentado en su Verde Oliva original. Detalles como una pecera, objetos de archivo y bocetos originales completaban la ilusión, mientras 44 luminarias personalizadas bañaban la escena en una luz cálida y el altavoz cromado “Dorothy” emitía una banda sonora orquestada. La experiencia se completaba con “Grand Rose”, una fragancia de Aeir con notas de billetes antiguos y cuero, evocando la esencia de la década. Incluso el personal, vestido por L’Equip, encarnaba la estética setentera.

Desde esa inmersión en el origen, el visitante era propulsado hacia el futuro. La segunda cápsula temporal ofrecía un contraste radical: un espacio etéreo, casi futurista. Un interior concebido como una caja de luz prismática, rodeado por pilares verticales de espejo que simbolizaban “cuerdas de tiempo”, creaba una atmósfera de contemplación y vanguardia. Aquí, el protagonista era el epítome del lujo moderno: el más reciente Range Rover Autobiography de quinta generación. Su acabado exterior, un verde metálico personalizado, establecía un sutil pero poderoso diálogo con su ancestro clásico, un guiño a la evolución sin perder la identidad. Este espacio, bañado en una luz intensa y acompañado por sonidos ambientales y la fresca fragancia “Wet Stone” de Aeir, representaba la visión contemporánea de la marca: sofisticación, tecnología y un diseño que mira hacia adelante, firmemente anclado en su ADN.

La filosofía detrás de esta ambiciosa puesta en escena, como articuló el Prof. Gerry McGovern OBE, Director Creativo de JLR, radica en reconocer el pasado sin estar atado a él. Se trata de la evolución constante de una silueta distintiva, de un ecosistema de marca que realza el deseo y la atemporalidad. Enrico Pietra y Rodrigo Caula, de NUOVA, complementaron esta visión, destacando cómo el diseño, la innovación y la artesanía se entrelazan a lo largo del tiempo. La colaboración no fue casual; se buscó un socio que comprendiera la dinámica entre una herencia profunda y un impulso irrefrenable hacia la reinvención. Este “viaje en el tiempo” no era solo nostalgia o especulación futurista, sino una lente para examinar cómo la identidad de una marca como Range Rover se forja y se proyecta a lo largo de las décadas, manteniendo una conversación constante entre su legado y su visión del mañana. Una narrativa que va más allá del metal y el motor, adentrándose en el territorio de la influencia cultural y la definición del lujo moderno.

Al salir del Palazzo Belgioioso, la pregunta persiste, resonando con una fuerza particular en la mente masculina contemporánea: ¿Qué define realmente el legado? ¿Es la fidelidad a un origen o la audacia para reinterpretarlo? “Futurespective: Connected Worlds” fue más que una instalación; fue un espejo que reflejó la tensión inherente entre la reverencia por la historia y la implacable marcha hacia el futuro. Nos obliga a cuestionar si el verdadero lujo reside en la permanencia inmutable o en la capacidad de adaptación sin perder el alma.

Al final, esta experiencia no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea un desafío: reconocer que la identidad más sólida no es la que se resiste al cambio, sino la que sabe navegarlo con propósito y visión.

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