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Luia Corsini: geometría habitada en la Ciudad de México

No todos los espacios están hechos para ser recorridos. Algunos, como la obra de Luia Corsini, están diseñados para ser respirados, contemplados y en cierta forma vividos desde adentro.

No porque incluyan ventanas o techos, sino porque convierten la geometría en un lenguaje emocional. La exposición Geometría Habitada, que se presenta en colaboración entre Diez Company y Galería Santa & Cole en Ciudad de México, es un manifiesto silencioso, una invitación a perderse en los márgenes de la estructura y el color. Abierta al público de junio a septiembre de 2025, esta muestra propone algo que pocas veces ocurre en la ciudad: detenerse.

Luia Corsini (Nueva York, 1994) no pinta paisajes ni retrata escenas; su arte es una síntesis geométrica de vivencias. Crecida entre Roma y Manhattan, su sensibilidad artística fue forjada entre la monumentalidad romana y la abstracción de los rascacielos neoyorquinos. En esta trayectoria multicultural y multidimensional se intuye la búsqueda constante de una estructura interior: la cuadrícula.

Su formación en Bellas Artes en NYU no solo le brindó técnica, sino también perspectiva histórica. En esa etapa, Corsini se sumergió en el universo del Colour Field Painting, encontrando en artistas como Agnes Martin, Mark Rothko y Donald Judd una afinidad estética que resonaría hasta hoy. Su pintura, aunque aparentemente fría y contenida, vibra con la memoria emocional de cada ciudad habitada.

Lejos de limitarse a la repetición, Corsini convierte la cuadrícula ese símbolo casi mecánico de orden en una forma de intimidad. La referencia al ensayo Grids de Rosalind Krauss es más que un guiño académico; es un punto de partida. En Geometría Habitada, la cuadrícula no es un sistema cerrado, sino una piel permeable que dialoga con la luz, con el tiempo, con la historia visual del México moderno. En palabras simples: Corsini no replica la estructura, la habita. Su encuentro con la obra de Luis Barragán marcó un giro radical. La serenidad de los volúmenes, la precisión silenciosa de la arquitectura mexicana y la intensidad cromática de la luz local se vuelven protagonistas en esta etapa. Lo que antes era reducción formal, ahora es apertura simbólica. Lo que era abstracción, ahora es calor.

La exposición reúne seis piezas realizadas entre su estudio en Ciudad de México y Malibú. Se perciben los ecos de la costa californiana en sus paletas cálidas, las texturas urbanas de Nueva York en sus composiciones rigurosas, y la introspección arquitectónica de la capital mexicana en su sensibilidad lumínica. Son obras que no gritan, pero se quedan contigo. Como si la estructura contuviera algo más que pintura: una atmósfera, un ritmo interno, una forma de estar en el mundo. Aquí es donde la presencia de Santa & Cole cobra sentido. Esta editora de objetos, arte y libros con sede en Barcelona se distingue por su ética silenciosa, donde la historia pesa más que la moda y la contemplación más que el estruendo.

Su alianza con Diez Company, líder en iluminación decorativa y arquitectónica en México, no es casual: ambas entienden el diseño como una forma de narrativa, como una experiencia más que como un producto. Diez Company, con su showroom en Campos Elíseos y su visión multidisciplinaria, ha sabido construir puentes entre la funcionalidad y la emoción estética. En esta exposición, ese enfoque se vuelve tangible. No se trata de exhibir pintura en un muro blanco, sino de proponer un diálogo entre la obra y el entorno: arquitectura, luz, diseño y arte conviven en armonía. La colaboración con Santa & Cole resuena con esta misma lógica. En un mundo dominado por lo fugaz, ambas marcas apuestan por la permanencia, por una estética que nace del equilibrio entre artesanía e industria. Geometría Habitada es, en ese sentido, un proyecto que no solo se ve: se vive.

En una época donde lo masculino se redefine más allá de lo rígido o lo abrupto, la obra de Luia Corsini ofrece un ejemplo poderoso de sensibilidad contenida. Sus composiciones, precisas y meditativas, invitan a una masculinidad más introspectiva, más consciente del espacio que habita. Hay fuerza en la línea recta, sí, pero también hay fragilidad. Y esa tensión entre control y emoción es quizás lo más honesto que un hombre puede experimentar hoy.

Geometría Habitada no es solo una exposición. Es una pausa en el vértigo urbano. Una oportunidad para reencontrarnos con lo esencial: el color, la forma, la luz. Pero sobre todo, con esa dimensión del arte que no busca ser comprendida, sino sentida.

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