En un mundo saturado de filtros, actuaciones e identidades prefabricadas, hay algo profundamente valiente e incluso revolucionario en mostrarse tal cual uno es. No como se espera que seas, no como se proyecta en una campaña, sino desde la autenticidad más desarmada. Gucci lo entendió. Y lo fotografió.
La nueva campaña Otoño/Invierno 2025 titulada Gucci Portrait Series no es una simple galería de moda. Es una ventana íntima a la complejidad humana, a lo que ocurre cuando dejamos de “posar” y comenzamos a habitar las prendas. Dirigida con sensibilidad radical por Catherine Opie, esta serie retrata a 42 personas, cada una con su universo interno, su código de gestos, su forma única de doblar una chamarra o jugar con una bufanda como si fuera un hilo conductor de memorias. Y ahí está el punto: lo importante ya no es la prenda en sí, sino lo que revela. El cuerpo que la ocupa. La historia que arrastra. La identidad que no se fabrica, sino que se manifiesta.




Hay algo liberador en la naturalidad estudiada que transmite esta campaña. Esa sprezzatura ese descuido intencional, profundamente italiano que se ha vuelto código genético de Gucci, regresa, pero con un giro contemporáneo: aquí no se trata de lo cool como concepto, sino como consecuencia de la autenticidad. Los retratos no están dominados por el producto, sino por la presencia. Los pliegues de un pantalón, la tensión sutil en una mirada, el movimiento de una bolsa en plena acción… todo se convierte en parte de una coreografía sin guion. Gucci no viste cuerpos: los acompaña. Los amplifica.

Lo que vuelve aún más poderosa esta campaña es su extensión al terreno audiovisual. Bajo la dirección de Lisa Rovner, los protagonistas responden a preguntas abiertas. Sin poses, sin discursos planeados. Lo que emerge es oro emocional: risas tímidas, silencios incómodos, recuerdos que se escapan como suspiros. Y en esa espontaneidad rara en un entorno de producción de lujo, la marca se permite algo mucho más humano: conectar. No se trata de frases memorables, sino de momentos reales. Ideas que no pretenden dejar huella, pero lo logran. Porque hay algo indeleble en sentirse visto.





Desde su fundación en 1921, Gucci ha sabido moverse entre extremos: el barroco y lo minimal, lo provocador y lo clásico. Pero en Gucci Portrait Series da un paso lateral interesante: deja de hablar de sí misma, y comienza a escuchar. La colección Otoño/Invierno 2025 se presenta como una extensión de la piel, no como un disfraz. La prenda no cubre: revela.
