Hay relojes que marcan las horas y hay máquinas que miden la distancia emocional entre un punto y otro del mapa. En una época donde un clic basta para saltar husos horarios, sigue existiendo algo casi ritual cuando ajustamos la corona y sentimos el latido exacto de la mecánica. Porque, admitámoslo, el viaje, sea físico o mental, inicia mucho antes de empacar: empieza en la decisión de llevar un instrumento que honre la aventura sin traicionar el estilo.
Inspirado en un modelo setentero, el Ocean Star Worldtimer recrea la estética de aquellas décadas donde los exploradores vestían cuero y acero sin pedir perdón. Su carátula plateada se anima con un patrón de cuadros rojos y negros que hace eco de los ralis de la época, mientras el bisel giratorio unidireccional incorpora las ciudades GMT: un mapa instantáneo para quienes viven con un pie en cada hemisferio. El cristal de zafiro estilo glassbox, abombado y antirreflejante, magnifica la profundidad del dial sin sacrificar legibilidad nocturna gracias al Super-LumiNova®.

Bajo esa fachada retro late el Calibre 80, un movimiento automático con espiral Nivachron™ capaz de almacenar hasta 80 horas de reserva de marcha. Es un argumento contundente contra la obsolescencia rápida: precisión suiza, antimagnetismo y resistencia a golpes para las jornadas que empiezan en la pista del aeropuerto y terminan en un muelle a medianoche. Pocas piezas de este rango combinan certificación de hermeticidad a 200 m con complicación worldtimer y un precio que, según los lanzamientos de julio 2025, ronda los EUR 990 / CHF 850.

La colección que vio nacer este modelo en 1944 retaba al agua cuando muchos aún dudaban que un reloj mecánico pudiera sobrevivir bajo presión; de ahí que los entusiastas llamaran a la firma “Rey de la resistencia” durante los ochenta. Hoy, la caja de acero satinado y pulido de 40,5 mm, respaldada por un fondo atornillado con la icónica estrella de mar, mantiene vivo ese récord de fiabilidad. La correa Bund de piel negra con costuras en contraste abraza la muñeca como lo haría un guante de piloto y puede intercambiarse en segundos por una versión más deportiva para los días de mar abierto.


Lejos de ser una pieza de museo, este Worldtimer entiende que la masculinidad contemporánea celebra la contradicción: lujo discreto y rebeldía controlada. Detalles como el logotipo vintage discretamente aplicado o el doble fechador a las 3 h conceden un guiño a los puristas, mientras la combinación de colores plata, negro y rojo exige protagonismo en la próxima sobremesa. Tres apariciones del nombre MIDO ni una más bastan para recordar que, desde 1918, la casa de Le Locle domina el arte de fusionar innovación con diseño atemporal.
