Llega diciembre y parece que alguien sacó un guion polvoriento del cajón. Ya te sabes las líneas de memoria: la cena a la misma hora, el código de vestimenta que nadie disfruta realmente, las preguntas incómodas de los familiares que ves una vez al año y ese brindis genérico que se repite en bucle. Hay una especie de coreografía social que ejecutamos en automático, como si la Navidad fuera un trámite burocrático envuelto en papel brillante en lugar de una celebración.
Pero detente un segundo en medio del caos de las compras de pánico y el tráfico de la ciudad. ¿En qué momento firmaste un contrato para repetir la misma noche año tras año? Existe una tensión real entre la nostalgia que es válida y reconfortante y la obligación, esa que te hace sentir que si no sigues el manual al pie de la letra, estás fallando. La realidad es que cuando ya sabes exactamente lo que va a pasar, la gracia se pierde. La sorpresa muere. Y tal vez, solo tal vez, la magia de estas fechas no reside en la repetición, sino en la disrupción.
En NEO creemos que la autenticidad es el verdadero lujo contemporáneo. Y en esa línea, propuestas como la nueva campaña de UNOde50, bajo el lema “HAZLA TUYA”, resuenan porque no te venden un ideal inalcanzable, sino que te dan permiso si es que lo necesitabas para reescribir las reglas. La premisa es simple pero potente: invéntate tus normas. Si la tradición te aprieta, es hora de cambiar de talla o de quitarte esa prenda por completo. Hablemos de estilo, porque la forma en que nos presentamos en estas fechas también es un lenguaje. A menudo, el “look navideño” cae en lo predecible: suéteres temáticos (irónicos o no) o trajes rígidos. Pero la disrupción también es visual.



Imagina piezas que no piden disculpas. Anillos de formas esculturales que pesan en la mano, brazaletes robustos que chocan contra la mesa al brindar, collares que atrapan la luz de las velas (o de la pantalla de TV si decidiste quedarte viendo series). La colección Ser Deslumbrante de UNOde50 captura precisamente esa dualidad entre poder y sutileza. No es joyería para pasar desapercibido; es para quien decide que la cena es en el sofá, pero el estilo es impecable.
Integrar accesorios con metal bañado en plata y cristales facetados a un outfit de invierno quizás un cuello de tortuga negro o una chamarra de piel eleva el tono inmediatamente. Es una forma de decir: “Estoy aquí, celebrando, pero bajo mis propios términos”. La moda, al final, es la armadura con la que enfrentamos (y disfrutamos) el mundo.
El concepto de “familia” también ha evolucionado. Para muchos de nosotros, los amigos son la familia elegida, y una reunión con ellos el 23 o el 25 de diciembre puede tener mucho más peso emocional que el compromiso social obligado.




Crear tu propia tradición puede verse de mil formas:
- El anti-menú: Olvida los romeritos si no te gustan. Un asado, tacos al pastor o una tabla de quesos y carnes frías pueden ser el centro de una noche memorable.
- El brindis honesto: En lugar de palabras vacías, brindar con tazas de porcelana (o lo que tengas a la mano) por los fracasos y victorias reales del año.
- El código de vestimenta: Desde pijama de seda hasta black tie riguroso solo por diversión. La clave es que todos estén en el mismo canal.
Lo interesante de movimientos culturales y campañas como “HAZLA TUYA” es que validan esta necesidad generacional de apropiarnos de los momentos. No se trata de odiar la Navidad, sino de salvarla de la monotonía. De invitar a quien quieras, o a nadie. De dar la campanada a tu ritmo.




Puedes conservar la receta de la abuela pero cambiar la música. Puedes mantener la fecha pero cambiar la locación. Lo tóxico es la repetición sin sentido; lo saludable es la evolución consciente. Al final, la sofisticación radica en la capacidad de elegir. Un hombre que decide cómo celebra demuestra mucha más seguridad que aquel que simplemente sigue la corriente por miedo al “qué dirán”.
La próxima vez que sientas la presión de que todo sea “perfecto” según los estándares de 1990, recuerda que la perfección es aburrida. Lo imperfecto, lo ruidoso, lo improvisado y lo auténtico es lo que termina convirtiéndose en una anécdota legendaria.


Este diciembre, el reto no es comprar el mejor regalo ni decorar la casa más luminosa de la cuadra. El reto es sentarte en tu sofá, mirar a tu alrededor y sentir que el momento te pertenece. Que no eres un actor secundario en la obra de teatro de alguien más.
