A partir de la década de 1960, la historia de la moda dio un giro hacia la masificación. El prêt-à-porter fue creado, los espectáculos salieron de las salas íntimas de las maisons a espacios más grandes y se convirtieron en verdaderos desfiles de moda, creadores y consumidores comenzaron a interactuar de manera diferente con la difusión de las tendencias de moda. Posteriormente nacieron las llamadas oficinas de investigación de tendencias con el fin de ayudar en el desarrollo de colecciones para varias marcas.
El proceso se llevó a cabo de la siguiente manera: compradores y analistas observaron las propuestas de los diseñadores para la nueva temporada, luego crearon a partir de ahí informes de tendencias que luego influirían en el mercado masivo; las revistas anticiparon estas tendencias para sus lectores y meses después las piezas aterrizaron en las tiendas para su consumo. Hemos estado viviendo una nueva transformación durante los últimos 20 años. El proceso de previsión de tendencias también se ha visto afectado y ocurre de manera diferente para cada marca.
Entre las posibilidades de tendencias se encuentran las marcas que optan por centrarse en las microtendencias y otras en las macrotendencias. Lo que es común a todos los procesos de previsión de tendencias es la complejidad actual de mapear aquellos que son realmente relevantes y con la capacidad de impacto e influencia debido a la omnipresencia de la tecnología y las redes sociales en nuestras vidas. Con cientos de colecciones y novedades que se comparten en tiempo real para millones de personas, el acceso a esta avalancha de información se ha vuelto accesible para cualquiera de nosotros y ha requerido un enfoque mucho más creativo y reactivo de los “coolhunters”, como también se conoce a los profesionales de la investigación de tendencias.
Los volúmenes de números nos ayudan a entender el impacto causado por internet y las redes sociales en este mercado. Actualmente más de 100 millones de imágenes y 400 millones de historias se comparten cada día solo en Instagram. Si añadimos otras plataformas como TikTok, Pinterest y YouTube, es prácticamente imposible para los investigadores y diseñadores saber qué es realmente relevante para la marca, predecir el ciclo de vida de un producto o desarrollar la próxima colección. Dentro de este escenario actual, el uso de datos gana cada vez más importancia y espacio en las industrias de la moda, la belleza y el comportamiento.
El uso de las herramientas adecuadas ayuda a dar sentido a tanta información, los profesionales pueden acceder, utilizarla con precisión y eficacia para sus clientes. Estas herramientas y plataformas ofrecen la minería, gestión de bases de datos; el aprendizaje automático y el procesamiento de imágenes que unieron la gran cantidad de datos generados por diferentes participantes de la industria de la moda, dando como resultado tendencias de comportamiento, consumo e información relevante según el deseo del público objetivo. Vigilando esta necesidad de información más precisa, las grandes tecnologías han comenzado a ofrecer herramientas de búsqueda como Google Trends y más recientemente, Pinterest Trends.
¿Acaso estamos presenciando la desaparición de agencias de tendencias como WGSN, Fashion Snoops o enfocándonos el mercado mexicano, agencias como Trendo o Apimex? El tiempo lo dirá.