Vivimos un momento en el que la cultura deportiva dejó de quedarse en las gradas. Hoy los atletas marcan conversación, estética y propósito: entrenan duro, pero también inspiran cómo vestimos, cómo nos movemos y qué historias elegimos contar.
En ese mapa de referentes con identidad propia, un piloto de Fórmula 1 que convirtió la presión en gasolina emocional se convierte en el protagonista de una colaboración global que mira más allá de la pista. Hay victorias que se tatúan en la memoria colectiva. La de Pierre Gasly en el Gran Premio de Italia 2020, en el mítico Monza, no solo fue un resultado deportivo; fue el resultado de años de disciplina, caídas, ajustes y una filosofía que el francés repite como mantra: “Nunca te rindas”. De sus primeras vueltas en karting a coronarse en la GP2 (2016), pasando por el salto a la Fórmula 1 en 2017, su historia condensa resiliencia y temple competitivo. Hoy, como piloto del Alpine F1 Team, Gasly mantiene la mira en la siguiente décima, el siguiente sector, el siguiente capítulo.
Fuera del monoplaza, Gasly vive el deporte con la misma hambre de superación. Es seguidor del PSG, copropietario del FC Versailles (FC Versailles 78) y un practicante voraz de disciplinas que pulen cabeza y cuerpo: tenis, ciclismo, running y golf. Ese ecosistema habla de un atleta integral, uno que entiende el entrenamiento como un lenguaje universal que cruza fronteras y comunidades. También se compromete con causas que importan: participa activamente con Make-A-Wish y conversa abiertamente sobre salud mental y la presión del alto rendimiento, un gesto de liderazgo que trasciende el podio. Su viaje del prodigio del karting al ganador de F1 ha sido incluso narrado en la novela francesa Objectif F1, inspirando a nuevas generaciones.

El fichaje como nuevo embajador cobra vida en una campaña global de entrenamiento SS26 que se lanza en enero de 2026. Concebida y capturada por la fotógrafa y directora creativa Lysa Thieffry, la propuesta combina un pulso casi cinematográfico con contrastes potentes: músculo y mente, velocidad y pausa, foco y disfrute. Las imágenes de estética contemporánea, con guiños surrealistas rinden homenaje al movimiento como ritual diario: no se trata de celebrar únicamente lo que pasa los domingos en un circuito, sino lo que ocurre en cada sesión que nadie ve. Aquí aparece el primer puente con Reebok: piezas pensadas para entrenar con eficiencia, comodidad inteligente y ese magnetismo que conecta el gym-to-street sin perder el filo atlético.

En un mundo que exige coherencia, la colaboración subraya una idea simple y poderosa: el talento es multidimensional. Gasly refleja determinación, perseverancia y un sentido de comunidad que va más allá del marcador. Y la marca deportiva con herencia histórica y ADN irreverente, apuesta por esa lectura amplia del deporte: rendimiento real, estilo que no pide permiso y un impacto social que se siente desde el vestidor hasta la calle. En ese cruce, Reebok funciona como aliado técnico y estético, equipándolo para entrenar al más alto nivel sin sacrificar personalidad. La cultura deportiva se entiende así: como un tejido que abraza bienestar, ambición y estética con el mismo rigor.

El atractivo de esta alianza también es visual. El lenguaje que propone Thieffry evita el artificio gratuito: piel al natural, texturas honestas, luz que esculpe el esfuerzo y un styling que respira elegancia atlética. Para el lector masculino que combina entrenamiento con vida urbana, las imágenes dialogan con lo que hoy pedimos a nuestro guardarropa: funcionalidad de alto rendimiento con una silueta limpia, moderna y adaptable. Reebok aparece en ese equilibrio: cuando el diseño presta atención a los detalles (ajuste, transpirabilidad, libertad de movimiento) y el look te acompaña de la primera repetición al último mensaje del día.