Hay universos que parecen destinados a no tocarse: la adrenalina pura de la Fórmula 1, con su olor a caucho quemado y la tensión de milésimas de segundo, y el olimpo etéreo de la alta costura, donde cada puntada es un manifiesto y cada aparición, una obra de arte efímera. Sin embargo, existen figuras que desafían estas fronteras, hombres que se niegan a ser encasillados. Lewis Hamilton, siete veces campeón del mundo, es la personificación de esta dualidad. Su nombre ya no solo resuena en los podios y circuitos internacionales –incluyendo sus memorables victorias en el FORMULA 1 GRAN PREMIO DE LA CIUDAD DE MÉXICO presentado por Heineken, sino que ahora se inscribe con autoridad en los anales de la noche más observada de la moda: la Met Gala, donde en 2025 no será solo un invitado, sino un anfitrión clave, un co-chair.
La designación de Hamilton como co-presidente de la Met Gala 2025, junto a titanes culturales como el actor Colman Domingo, el rapero A$AP Rocky, el multifacético Pharrell Williams y la omnipresente Anna Wintour, no es una casualidad ni un capricho. Es la culminación de una década de presencia constante y evolutiva en la alfombra roja más escrutada del planeta. Desde su debut en 2015, Hamilton ha utilizado este escenario no solo para exhibir un gusto impecable, sino para tejer narrativas más profundas. Su rol en la edición 2025, bajo la temática Superfine: Tailoring Black Style, adquiere una resonancia especial.

Este tema, que celebra el dandismo negro y su intrincada influencia en la historia de la moda, se alinea con la propia identidad y las acciones de Hamilton, un hombre que ha navegado y desafiado las estructuras de poder en un deporte predominantemente blanco, mientras abraza y proyecta su herencia con orgullo. «Es un evento prestigioso, pero lo más importante es que también puede tener un impacto positivo», declaró el ahora piloto de Ferrari, subrayando una intención que trasciende el mero espectáculo.
Repasar el historial de Hamilton en la Met Gala es observar una metamorfosis controlada, un estudio en la expresión masculina contemporánea. En 2015 («China: Through the Looking Glass»), su aparición fue una declaración de llegada: un traje negro y azul, pulcro y seguro, marcando su territorio. Para 2017 («Rei Kawakubo/Comme des Garçons»), se inclinó por la sofisticación clásica con un esmoquin de terciopelo de Dolce & Gabbana, demostrando maestría en los códigos tradicionales. El 2018 («Heavenly Bodies») lo vio arriesgar con un conjunto blanco impoluto, botas incluidas, una interpretación audaz y casi etérea del tema sacro. Sin embargo, fue en 2021 («In America: A Lexicon of Fashion») donde su propósito se cristalizó: usó su influencia (y su mesa) para elevar a diseñadores negros emergentes, convirtiendo su presencia en una plataforma tangible. Este gesto solidificó su imagen como algo más que un atleta con buen gusto; lo posicionó como un agente de cambio dentro de la industria.


La edición 2024 («Sleeping Beauties: Reawakening Fashion») ofreció quizás su declaración más poética hasta la fecha. Inspirado en la figura histórica de John Ystumllyn, uno de los primeros hombres negros bien documentados en Gales del Norte, y el poema The Gardener de Alex Wharton, Hamilton vistió un atuendo que era, en sí mismo, una narrativa de identidad, resistencia y belleza. El fragmento del poema bordado en su chaqueta («I hope the sun pours light upon our skin…») no era un adorno; era el alma del look, una capa de significado que pocos logran articular en un evento a menudo criticado por su superficialidad. Este nivel de intención es lo que distingue a Hamilton. No se limita a seguir tendencias; las interpreta, las carga de historia personal y colectiva. Su transición a Ferrari, otra marca sinónimo de potencia, legado y un inconfundible sentido del estilo, parece un paso natural en esta trayectoria de alianzas icónicas.

La elección de Hamilton como co-chair para Superfine: Tailoring Black Style es, por tanto, profundamente significativa. Se trata de un hombre que ha dominado la velocidad y la precisión en la pista, aplicando ahora esa misma agudeza al complejo lenguaje de la moda. Él entiende que un traje bien cortado puede ser una armadura, una declaración política o un homenaje. Su participación como anfitrión no será meramente ceremonial; será curatorial. Se espera que su perspectiva, forjada entre la presión de la F1 y el escrutinio de la moda global, aporte una profundidad única a la celebración del estilo negro masculino, una tradición rica en elegancia, resiliencia y una rebeldía intrínseca.
Lewis Hamilton se prepara para cruzar una nueva línea de meta, una muy diferente a las que acostumbra. En la Met Gala 2025, no buscará el podio, sino presidir una conversación global sobre estilo, identidad y legado. Su trayectoria, desde los circuitos más exigentes hasta la cúspide del evento de moda más influyente, es un testimonio de la ambición sin límites y de la capacidad de un hombre para redefinir constantemente quién es y qué representa. Más allá de los trofeos y los récords, Hamilton está construyendo un legado multifacético, demostrando que la verdadera maestría reside en la habilidad de navegar mundos dispares con autenticidad y propósito. Su presencia como co-chair no es solo un reconocimiento a su influencia en la moda; es la consagración de una figura que entiende el poder de la imagen y la utiliza para contar historias que importan.
